martes, 12 de marzo de 2013

Qué es un artista?


¿Qué es un artista?

Exit Through the Gift Shop

Director cinematográfico: Banksy

Productores: Jaimie D’Cruz, Holly Cushing, James Gays-Rees

Cast: Banksy, Thierry Guetta y Shepard Fairey

Fecha de salida: 2010


Laura Ventura
(estudiante Erasmus segundo semestre)

El término Mokumentary define un falso documental, es decir, esas películas que tratan temas que son fruto de  la pura inveción como si fuera realidad; el ejemplo tal vez más conocido es Zelig, la genial joya en la que woody Allen recostruye la biografía del único hombre camaleón.
La palabra nació da la contracción de las palabras mock y documentary; la primera además de llevar implícito el significado de falso tiene cierto tinte irónicoy bromista.
En este sentido la definición es apropiada para Exit Through the gift shop, la primera película de Banksy, en la que aparece el más famoso street artist inglés película camuflato.
Al principio, en los títulos de presentación,y después de la Revolver Production, aparece la marca Paranoid Pictures que hace una parodia de la conocida montaña Paramount y expone una serie de golpes de proyectil para perforar el stencil que estaban al puesto de las estrellas originales. Así la película declara directamente su vena ridícula.
También el tono de la voz narradora, del actor inglés Rhys Ifans, acentuada a proposito para invocar la ironía iconoclasta y profanadora de un mito imortal como The Rocky Horror Picture Show.
La película es una mezcla de falsedad, falsas verdades y hace guiños irreverentes al mundo del arte moderno y a sus obsesiones.
La celebridad y la fama son metas perseguidas por muchos y evitadas por unos cuantos. El dinero y el brillo mediático, que la mayoría parece desear, son para una minoría un estorbo para continuar haciendo lo que les gusta sin ser molestados. Entre esos bichos raros que prefieren la libertad a los reflectores se encuentra Banksy, personaje central y creador del brillante documental Exit Through de Gift Shop. Conocido internacionalmente sólo por su pseudónimo y célebre por conservar su identidad en secreto, Banksy es hoy la súper estrella de la escena artística independiente internacional que se mueve como un pez en el agua en los terrenos del graffiti, el stencil, la instalación y, más recientemente, del video. Su última travesura, motivo de innumerables comentarios, análisis académicos y notas periodísticas, tiene que ver ni más ni menos que con la intervención que hizo a la célebre cortinilla de los Simpson, clásico moderno de la televisión creado por Matt Groening. En la pieza de poco menos de dos minutos, el artista originario de Bristol, sintetiza un estilo caracterizado por la irreverencia y lo contracultural, así como por una ácida crítica a la producción en serie y la explotación de la mano de obra barata plagada de técnicas y personajes omnipresentes en su obra (ratas, cuervos o pandas). Más de cinco millones de clicks en Youtube en unos cuantos días hablan de la relevancia de un creador que está muy lejos de pasar desapercibido. Un éxito como el anterior parece difícil de superar pero, sin duda, Exit Through the Gift Shop, ópera prima involuntaria de Banksy como director de documentales, es mucho más que una cortinilla divertida. El documental se originó en lo que se podría catalogar como un afortunado accidente cinematográfico: un aficionado francés al arte callejero, Thierry Guetta, empieza a grabar a los principales exponentes de la escena de Los Ángeles y, eventualmente, a Banksy que, ante la torpeza del realizador, toma el control del proyecto y le propone dedique su tiempo al arte. El documental es un divertidísimo viaje al corazón de un modo de expresión que lentamente ha migrado de la calle a las galerías y los museos. Las reglas de juego cambian otra vez. El espacio artístico que convencionalmente se conoce como la galería o museo, se esta recogiendo todo lo que pasa en la calle. Todo tiene un precio y esta enfrente de los ojos de un comprador. Aquel que era hace poco tiempo contracultura vuelve a ser conformista, como es fisiológico que sea. La misión de los limites de la legalidad de Banksy y sus compañeros es llevarse otra vez  los espacios públicos para trasformarlos en enormes galerías que están a la luz del sol, a cielo abierto. Por la cinta desfilan nombres como JR, Space Invader o Shepard Fairey que son  el motor y punto de partida para que Guetta descubra el encanto y la adrenalina de un movimiento que se meterá poco a poco en sus venas y lo transformará de observador a objeto de estudio. Guetta colaboró con Banksy para hacer una misión especial: instalar una muñeca que parecía un prisionero de Guantanamo en el parque de Disneyland. En todos estos lugares la gente siempre esta controlada y el servicio de vigilancia del parque claramente no estuvo de acuerdo a la hora de mostrar el lado oscuro del reino mágico. Es justo en ese punto, en la inesperada vuelta de tuerca, donde el documentalista se convierte en protagonista del film, donde radica su principal acierto, descubriéndonos el extraordinario talento de Banksy como cineasta. Prueba de ello, son el brillante ritmo que aterriza en un montaje preciso y el manejo de cámara propio de un veterano. Más allá de sus aciertos formales, tal vez lo más sabroso de Exit Through the Gift Shop está en su humor y contenido, en la manera en que propone a su realizador original, Thierry Guetta como metáfora y ejemplo vivo de lo que sucede hoy en muchos casos en el mundo del arte. Vemos cómo un neófito con un plan bien estructurado, un gran presupuesto y un equipo importante de colaboradores se puede convertir, de la noche a la mañana, en una estrella de la escena alternativa de Los Ángeles. El nombre artístico que elige, Mr Brainwash, es una muestra más de lo paradójico del caso. Así, este documental deviene una brillante reflexión sobre el arte contemporáneo, su valor comercial y el papel de la creatividad y el talento en el mundo de hoy. ¿Qué es lo verdaderamente importante para triunfar? ¿Quién es realmente el artista? ¿El que vende más? ¿El que se cotiza más caro? La respuesta parece estar en el buen sabor de boca que nos deja el primer trabajo de un genio de la irreverencia que aterriza en el cine con una película sólida, divertida y completa. Además de recordarnos que el documental no tiene por qué ser aburrido y acartonado, Banksy demuestra en su ópera prima que es un artista en todo el sentido de la palabra, capaz de abordar con maestría nuevos lenguajes. Hacia el final del metraje, con el rostro escondido detrás de la típica digitalización que protege su identidad, nuestro director estrella amenaza con no volver a hacer cine…ojalá no cumpla su promesa.

domingo, 10 de marzo de 2013

"La vida sin música sería un error"


Pop Politics: Activismos a 33 revoluciones
Exposición colectiva (34 artistas)
Centro de Arte del Dos de Mayo, Móstoles
Del 30 de noviembre al 21 de abril 2013


Paula Fayos Pérez

“Lo personal es político y lo político es personal”, dice el comisario de la exposición, Iván López Munuera. Pop Politics busca la interacción de diferentes tipos de música como el rock, el pop y el punk con la política y el mundo actual, tratando de explicar por qué la música puede movilizar comunidades enteras y qué relación tiene con la vida política. A través de las obras se estudian ideas tales como el consumismo, el fenómeno fan o la teoría queer. Podemos observar cómo la música ha evolucionado paralelamente a la sociedad, reflejando sus gustos, sus miedos y sus esperanzas. Este desarrollo análogo e influencias mutuas recuerdan a las caídas y subidas de la bolsa, que dependen siempre del estado de los gobiernos políticos, y viceversa. Siendo un poco excéntricos podríamos acordarnos de E.T. y Elliott, cuya relación era tan estrecha que cuando uno enfermaba, al poco también el otro perdía la salud.

La primera obra que tuve la oportunidad de ver en la exposición era de Jeleton (nombre artístico del dúo Gelen Alcántara y Jesús Arpal Moya), que utilizaba imágenes de Willliam Morris y de McKintosh para recordar que el activismo político no está muerto. Morris publicó una edición de El capital de Marx en la Kelmscott Press, una editorial creada con suma dedicación, literalmente, de su puño y letra. Este poeta, editor, activista, tipógrafo y diseñador (el primero), ha sido llamado un “socialista poético” porque dedicó su vida a difundir un arte que fuera bello y útil. Esto me recuerda a la frase del poeta mexicano Cesar A. Cruz, “el arte debería confortar a los disturbados e incomodar a los cómodos”. Enlazando con esta obra sobre el movimiento Arts&Crafts, y puesto que hablar sobre los treinta y cuatro artistas expuestos sería abrumador, opto por abrir una vía diferente y hacer un breve recorrido por la relación entre música y política en el siglo tratado en esta obra, Las lilas de Jeleton, antes de que existieran reivindicadores como The Clash o Bob Dylan.

Hasta el siglo XIX los músicos habían sido simples lacayos al servicio de reyes y obispos debiendo componer según la moda del momento y las exigencias de su patrocinador, sin poder permitirse el lujo de reivindicar nada con su música. A partir de 1800 el músico se emancipó de la categoría de criado y se sumergió en la creación individualista, la cual aunque siguiera un estilo más o menos reconocible, dependía más del carácter y los intereses del compositor. Por tanto el romanticismo, liberado del yugo de la servidumbre, se lanzó al lirismo autorreferencial olvidándose del público y el resto de la sociedad. Sin embargo ese distanciamiento de la realidad social tiene sus excepciones, por ejemplo en la figura de Beethoven, quien ocasionando un escándalo entre la aristocracia vienesa, llamó a su tercera sinfonía Bonaparte, esperanzado por el cambio a favor del pueblo que el general parecía prometer (cuando éste se coronó emperador y se instaló en el palacio de Schönbrunn Beethoven cambió el nombre por Heroica). Otro pionero es Lizt, en su caso como fenómeno de masas, genio de personalidad excéntrica (como los cantantes de algunos de los mejores grupos de rock del siglo XX) y artista de fama internacional; sus seguidores (primeros fans) podían asistir a sus giras de conciertos por toda Europa, y se dice que durante los pasajes virtuosísticos más exaltados había jovencitas que se desmayaban (lo que hace pensar en la gira de los Beatles por Estados Unidos). El hecho de que la música de esta época fuera desconocida para la mayoría de la población se debía a la poca difusión que tenía (en ocasiones limitada a carteles pegados en las fachadas de los auditorios y teatros) y a la escasa educación musical. La llamada música “culta” o “seria” estaba reservada como su propio nombre indica, a las élites culturales y por lo tanto a las clases privilegiadas. Sin embargo esto no evitaba que las cocineras y los carteros tararearan por las calles y en el trabajo las melodías de las óperas de Verdi, Rossini o Puccini. Según se adentraba el siglo XIX el arte se hacía cada vez más político y la sociedad se reflejaba más y mejor: en el caso de Verdi, sus melodías estaban profundamente ligadas al patriotismo de los años de Garibaldi y la unificación de Italia, y ya desde la época de Mozart aparecían continuamente pequeñas “batallas de clases” entre criadas y señoras o entre patrones y trabajadores. Y ya no digamos en España las zarzuelas (llamadas el “género chico” precisamente por dirigirse al gran público y utilizarse un lenguaje “vulgar”). Éstas hablaban a menudo de la situación política (como la guerra de Cuba en Gigantes y cabezudos) y se hacían continuas referencias, solapadamente y en forma de guiños cómicos, a políticos o figuras importantes de la actualidad. Fue precisamente esta inmersión en la actualidad, esta bajada desde el pedestal del conservatorio, lo que hizo que el público se sintiera identificado con sus historias y cantara sus tonadillas por las calles, haciendo que las zarzuelas gozaran de un inmenso éxito hasta la última que se compuso antes de la guerra civil (La del manojo de rosas). Poco a poco, ayudados por medios de difusión como la radio, se fueron desarrollando diferentes tipos de música “popular” (término original de pop), en una escala de mayor a menor refinamiento: desde los valses y las polkas de las fiestas de las clases altas, hasta el charlestón y el ragtime.

Nietzsche dijo en una ocasión que “la vida sin música sería un error”. Podríamos añadir que la sociedad sin música estaría incompleta o muda y que cada época ha hecho del arte su voz, ya fuera la Rusia estalinista de Prokofiev cantando los coros de Alexnder Nevsky, la Inglaterra minera de los Sex pistols manifestándose en contra de Margaret Thatcher, o llegando a los límites trágico-cómicos, los helicópteros en Apocalypse Now de Coppola lanzando Napalm al ritmo de Las valquirias

Café hecho por Dí. Wilfredo Prieto
Galería Nogueras Blanchard
Julia Clara Goitia Mañon

Es gratificante ver cómo el trabajo de artistas latinoamericanos es cada día más apreciado y recurrente en la escena europea. Como española que ha vivido más de 10 años en Latinoamérica conozco de primera mano la apreciación del arte en países como Cuba, República Dominicana o Puerto Rico y el interés social se reduce a grupos minoritarios.

No obstante el trabajo de estos artistas en la mayoría de los casos no es reconocido, pero sí tenaz, vanguardista y en consonancia no solo con la política, como comúnmente se creen quienes toman como referencia el caso cubano, sino que estas representaciones plásticas reformulan la estética y crean su discurso día a día. Poco, por no decir ínfimo, es el trabajo teórico entorno a ellos, tanto artistas como Candido Bido, Wilfredo Lam o Roberto Matta como los contemporáneos Prieto o Kcho hilan su cronología en búsqueda de su historia tantas veces negada.

Wilfredo Prieto no considera sus obras como objeto de deleite, concibe sus exposiciones “para que el visitante vea la muestra un segundo y vuelva pronto a su casa, como la realidad misma en el exceso de información y la selección compactada”, según sus propias palabras. Utiliza la información simbólica y explica que deja su obra de tarea, es decir, el espectador observa y cuando puede procesa lo que ha visto. Este trabajo es muy personal, pero a la vez personal colectivo, trayendo la cotidianidad al arte, como esos momentos en los que sentados en una cafetería hemos cogido una de esas servilletas de gracias por su visita y dibujado cualquier tontería mientras esperábamos, nos aburría la conversación o simplemente utilizamos el dibujo para explicar nuestras ideas.

La obra de Prieto focaliza su interés por la impresión, la sorpresa inesperada, y como ejemplo podemos trasladarnos al 2006 en la Bienal de La Habana, cuando apiló cuidadosamente una cáscara de plátano podrida, una pastilla de jabón y un poco de grasa de un eje en una de las áreas del suelo de la exhibición, resaltando el asombro de los visitantes. Cuando acudí a la galería Nogueras Blanchard no me esperaba lo que vi: DIBUJOS, ya que él nunca había expuesto dibujos porque siempre ha dicho que se aleja de las formas de arte convencionales y sin duda el disegno es la primada manifestación artística, así que no cobra mucho sentido si lo analizamos hasta ese punto, pero lo que no podemos olvidar de su obra es el acto de sorprender.

La exposición comprende una selección del artista de sus dibujos desde que inició sus estudios en la Habana hasta la actualidad, esa aparente selección al azar no es más que una cuidada y muchas veces meticulosa plasmación de ideas rápidas conclusas e inconclusas de potente cariz ilustrativo, imágenes donde en diversos casos la repetición se convierte en seriadas composiciones. Lo diversos soportes no hacen más que reafirmar el matiz improvisado de estos dibujos, post it, hojas de agenda, periódicos y un sin fin de materiales de uso cotidiano que distan mucho del típico soporte de lino, algodón o cáñamo.

Dicho todo lo anterior, resaltando los elogios a este artista y a todo lo que su obra representa así como la calidad de las obras expuestas, debo decir que cafe para Dí se perfila como una exposición carente de atractivo, excesivamente personal hasta tal punto que nos aleja del artista y con un cariz muy improvisado. Da la impresión que esta nueva galería ha realizado un trabajo para salir del paso, en espera de otra cosa.

Diálogo entre lo orgánico y lo inorgánico

Jorge Perianes
Galería Max Estrella. Calle Santo Tomé, 6
Julia Clara Goitia Mañon


Escribo estas líneas entre cuatro paredes, rodeada de hormigón, ladrillo, cristal y aluminio, buscando a Perianes en este cuarto de estar y encontrando sólo retazos a través de una naturaleza muerta que representa el parqué bajo mis pies, un jarrón de flores secas sobre la estantería y el nogal pulido de los muebles.

Intento buscar un brote de vida mientras enciendo un cigarrillo, voy al baño, expulso el humo sobre mi propio reflejo y lo apago justo a la altura de mi pulmón derecho, emulando la primera pieza del artista al entrar en la galería, buscando un latido más allá de mi propia existencia y divagando sobre si este es el verdadero significado de la exposición.

Las salas rebosan luz y contraste, en la cotidianidad hace brotar la naturaleza, lo orgánico en contraposición con lo inorgánico, haciéndonos detenernos en aquello que sustenta la rutina a través de pilares de tierra y piedra, que no dejan de ser la base de todo lo que nos rodea. La vegetación se adentra entre las grietas de la modernidad confiriéndole una especial belleza a una industria quebrada.

La obra de Jorge Perianes hace que reflexiones, transportando el diálogo que crea entre vida y muerte más allá de la galería, pero no lo hace de forma macabra y funesta, sino como una imposición natural de la existencia misma, que encuentra en los impedimentos impuestos por el hombre a través de sus construcciones su camino para crecer y buscar la luz.

Muchas de las piezas aparecen fraccionadas, rotas o hendidas, pero no reflejando el desgaste o mal uso, sino que se muestran incompletas por sí mismas y es aquí donde Perianes cubre el vacío a través de su forma orgánica y primitiva: el vino y el vaso, la pintura y la natura, el lienzo y la madera, la lluvia y el espejo. Donde lo inorgánico termina empieza lo orgánico y viceversa.

Todas las obras aparecen sin título, siendo una forma de que el espectador participe en la simbiosis entre lo biológico y el artificio dotándole de significado y creando un nuevo diálogo a tres (orgánico, inorgánico y razón) para que reinterprete las piezas posicionándose en su propia realidad y permitiéndole buscar en su cotidianidad su definición individualizada y personal de la experiencia artística.

El juego trasversal de piedras sobre los techos confiere una sensación de inestabilidad, haciéndote sentir inseguro cuando pasas por debajo, dotándole de poder a la Naturaleza, aunque minúscula frente al hormigón que se erige por encima, haciendo que te preguntes quién mantiene a quién, qué permite la existencia de lo orgánico o de lo inorgánico y si uno podría existir sin el otro, así como si la convivencia es real entre ambos o forzada por el hombre.

Como ejemplo a lo anteriormente expuesto me gustaría destacar una de las obras, una jaula de madera colgada del techo, vacía, con la puerta abierta y un pequeño puente hacia la pared, como si la vida que albergaba, en este caso en forma de pájaro, pudiera escapar de su encierro a través del muro, difuminando los límites y potenciando de nuevo el diálogo que da título a este artículo.

La interpretación por tanto queda abierta al espectador y en esta incursión las sensaciones, la confusión, la atracción, la asociación de ideas, conceptos y las experiencias personales forman también parte de la propia exposición y del diálogo construido por Perianes, que se alarga sin limitación a cada realidad individual. 

La responsabilidad del pueblo y para el pueblo

Los encargados de Jorge Galindo & Santiago Sierra
Galería Helga de Alvear. Doctor Fourquet, 12
Julia Clara Goitia Mañon



Twitter se ha convertido en la mayor fuente de información del siglo XXI, por lo que no es de extrañar que fuese a través de este medio por el que me enterase de una inexplicable protesta hacia los políticos españoles a modo de performance móvil por las calles madrileñas, justo cuando yo me encontraba en otro país convulso por la crisis, Italia.

Los detalles que aportaban los tuiteros eran confusos y contradictorios, siete coches negros de lujo a modo de paso fúnebre recorrieron Madrid portando sobre sus techos las imágenes de las figuras más destacadas de los representantes de la política y la monarquía en España desde la transición. El Rey Don Juan Carlos I, Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, Zapatero y Rajoy lucían sobrios en primer plano sobre fondo negro, salvo por un pequeño matiz, todos estaban boca abajo.

Este supuesto llamamiento a la movilización ciudadana no era otra cosa que el punto de partida de la exposición Los encargados, de Jorge Galindo y Santiago Sierra, que puede verse en la Galería Helga de Alvear desde el pasado 17 de enero y que me permitió, días después de mi regreso a la capital, dar sentido a aquellos caracteres de mi TimeLine de Twitter.

Los cuadros resaltan en un cubo blanco en contraste con la severidad de los fondos negros y los semblantes retratados, dotados éstos de una gran carga psicológica cuya intención es transmitir al espectador a través de los rostros los caracteres de cada uno de ellos, a los que en un primer momento cuesta reconocer debido a que las pinturas permanecen colgadas boca abajo, lo que a su vez representa la crítica, el malestar e incluso la falta de respeto a dichas personalidades, sus acciones y decisiones políticas para y con el pueblo, muy en la línea de la obra de Sierra, El trabajo de la Dictadura, que pudo verse durante la última semana de enero en la galería Yvorypress y en la que el artista seleccionó a treinta desempleados españoles, que contratados para la ocasión con el salario mínimo interprofesional, escribieron sin cesar en cuartillas, a modo de libros escolares, “El trabajo es la Dictadura”.

Además de los retratos, puede verse también un vídeo producido por la galería en la que se expone, y creado con las imágenes del recorrido de la marcha en coche que dio lugar a los comentarios en redes sociales en un discurso transmediático que intencionadamente ha traspasado las fronteras analógicas y físicas. Cabe destacar la música elegida para el mismo, La Varchavianka, compuesta originalmente por Swiecicki en 1883 y utilizada bajo el título de A las barricadas por los anarcosindicalistas durante la Guerra Civil española. El vídeo se completa con unas fotografías obtenidas de la acción realizada en la segunda planta.

La exposición Los encargados nos hace reflexionar sobre el papel de los representantes del Estado a lo largo de la historia como responsables de la situación que atraviesa el pueblo español, en un momento en el que los partidos políticos, sus cabezas visibles y la monarquía, están en entredicho, siendo juzgados y vilipendiados por una opinión pública que encuentra su voz en las calles, después de haberla perdido en las urnas.

Aunque sea una feroz crítica contra dichas figuras públicas y lo que representan me hace también pensar en la responsabilidad ciudadana y en la doble moral que existe en el sistema democrático actual, en el que a la vez que odiamos necesitamos alzar responsables individuales en lugar de tomar y asumir acciones y decisiones colectivas.

La búsqueda del tesoro

El coleccionista de obsesiones de Bernardí Roig
Museo Lázaro Galdiano. Calle Serrano 122
Julia Clara Goitia Mañon


Cada museo español tiene una pieza que nos viene a la mente cada vez que nombramos su colección: Museo del Prado y Las Meninas, Thyssen y Giovana Tornabuoni, Reina Sofía y El Guernica, pero si hablamos del Museo Lazaro Galdiano nos viene a la mente........ ¿Quien conoce esta institución escondida en una esquina de Serrano, sin contar a historiadores, críticos, coleccionistas y expedicionarios del inserso?

Este museo con su web obsoleta, su organización museística detenida en el tiempo, nunca ha sido un ejemplo de modernidad y se jacta de ello con publicaciones como la revista Goya, con sus artículos rimbombantes que me hacen pensar que el elitismo en el arte sigue incrustado en los estratos artísticos españoles, donde ante el arte incuestionable de Goya ignoran la vanguardia de Tápies. Aun así, el 25 de enero del 2013 abrió sus puertas por primera vez a un artista contemporáneo con una exposición que dista mucho de su estilo decimonónico y que sorprende gratamente. “El coleccionista de obsesiones” de Bernardí Roig.

El coleccionista de obsesiones se perfila como la búsqueda del tesoro, una búsqueda que te mantiene alerta con sus altos y bajos y que requiere toda la atención del espectador, ya que repartidas por el museo debemos encontrar 17 obras del artista, que se camuflan entre la colección Galdiano, obligándonos a mantener  los ojos bien abiertos para no perder ningún detalle y poder disfrutar de sorpresas tan gratas como las que nos encontramos en sus jardines, de los que hablaré más adelante.

Nos adentramos en el museo y nos reciben las palabras de Walter Benjamin seguidas del libro de “luz” Blow up the book y digo luz entrecomillas porque cuando realicé mi visita estaba apagado, vaya usted a saber por qué. A continuación y con mapa del tesoro, ya que dispones de pistas previas para la aventura a modo de plano de ubicación, comienza la búsqueda, que se desarrolla entre sus cuatro plantas para finalizar en el jardín del terror.

Las salas, hasta entonces añejas, despiertan ahora de su letargo con los característicos hombrecillos de Roig, un total de diecisiete piezas, entre dibujos, esculturas, moldes, grabados y video arte que buscan dialogar con el espacio que le rodean, el resto de la colección e incluso con el espectador, un diálogo que sobresale del resto de obras activándose a sí mismo, pero muy lejos de activar el resto de la colección Galdiano, como pretendía el artista.

Durante este viaje sorprendente por los tesoros de Roig, cabe destacar Practice to suck de light, que se habilita en un lugar hasta ahora desconocido para los asiduos del museo, uno de sus túneles. En él, rodeado de viejas y carcomidas cajas donde antaño se almacenaban los números de la revista Goya, encontramos una de las blancas esculturas del artista chupando una bombilla como insecto atraído por la luz, potenciando mi impresión inicial de una vanguardia que se erige sobre el aura clásica de lo que representa Galdiano, en este caso sí, dotándolo de un nuevo significado.

El jardín del terror

Sin duda el jardín es el escenario más bucólico y dramático para las 3 piezas finales de Roig. Hay que mirar con atención porque las obras aquí expuestas pasan fácilmente desapercibidas. La primera que visualicé fue la escultura de resina colgada en la copa de un enorme árbol, quizá la más poética del artista debido al diálogo que establece con la naturaleza que la rodea, mientras que las otras dos, se trataban de un cuerpo semihundido en el jardín, Prácticas para ocultar un cuerpo (el cadáver) 2009, y un hombre cruzado de brazos en una esquina del edificio bajo una bombilla con el título de Prácticas para ocupar un jardín de la FLG, 2012.

Es aquí donde la obra cobra su esplendor y se rodea de un halo de misterio, luces y sombras que estremecen al espectador confiriéndole a la estancia el clima propio de una película de terror, donde El coleccionista de obsesiones cobra todo su significado en consonancia con el contexto en el que se encuentra, haciendo que merezca la pena comenzar esta búsqueda que Roig culmina en el jardín con especial maestría.

sábado, 2 de marzo de 2013

el poder de la música


Pop Politics: Activismos a 33 Revoluciones
Centro de Arte 2 de Mayo. Móstoles.
            
             Antes de hablar de la exposición Pop Politics hablemos del comisario Iván López Munuera, para entender el fin o el porqué de esta realización.
            Nacido en Madrid, en 1980, es crítico y comisario independiente; explora la inscripción del arte contemporáneo y de la arquitectura en el contexto crítico de las ciencias sociales y en los estudios de medios. Ha realizado labores de comisariado, documentación y gestión en diversas instituciones y publicado igualmente en diversos medios. Actualmente es profesor en el IE University y ha sido tutor de “Arte Latinoaméricano en el siglo XX” de la universidad de Georgetown. Ha impartido conferencias en numerosos foros académicos y entre sus exposiciones como comisario, al margen de esta que tenemos aquí, nos encontramos con “El Ranchito” (Matadero, 2010-2012), “Circuitos MMX” (Comunidad de Madrid 2010) o “Los Esquizos de Madrid” (MNCARS 2009, Fundació Suñol, 2009; CAAC, 2010).
            La exposición plantea una reivindicación de las formas políticas producidas en la música Pop a través de las prácticas artísticas contemporáneas; todos hemos sido en cierta medida fans, nadie es impermeable a la influencia de la música y no menos los artistas contemporáneos, algunos de estos han centrado sus trabajos en distintos aspectos de esta incidencia; así pues nuestro comisario, ha estructurado la muestra a través de los trabajos de una treintena de creadores que dejan al descubierto aspectos poco señalados de la relación entre música, arte y política; y señala “La música ha servido para vehicular movilizaciones sociales o políticas, que han determinado de manera fundamental el arte contemporáneo”
            Pero ¿Qué vamos a ver en la exposición?; pues bien, esta se encuentra articulada en cinco ejes temáticos: Cuerpos a 33 revoluciones, todas las tecnologías que tienen que ver con el cuerpo y con planteamientos de representación; espacios de felicidad extrema en el que se nos muestran los lugares donde se desarrollan estas relaciones; el tercer eje sería el fan emancipado es donde se dispone de la estrella como se quiere; del Samizdat al Agit Pop en el que veremos medios de comunicación especializados con una difusión que proponen la posibilidad de una microeconomía anticorporativa, elementos como los fanzines, campañas de comunicación virales y acciones como el samizdat o el agit pop. El último eje que nos encontramos es Cover versions, habitando por segunda vez, en el que vemos la interpretación de las canciones que cambian o añaden algo respecto al original o indican expresiones propias de cada época.
            La exposición no se pone límites estilísticos y lo vemos en los diversos palos que tocan; igualmente la posición del espectador no es siempre pasiva y alienada, muchas veces se convierte el mensaje que nos dan en algo propio. Por último, Munuera señaló “También me interesaba ver cómo el capital simbólico de la música puede ser político siempre, o muchas veces, en manifestaciones inesperadas” esto se ve perfectamente en el fenómeno de los fans, a los que, como hemos visto, dedican uno de los bloques temáticos.
            Así pues, y resumiendo, nos encontramos con una exposición que reivindica las formas políticas en la música pop y que ha conllevado un trabajo de dos largos años, como ya señaló nuestro comisario. Se trata de cohesionar comunidades, generar otros nuevos; la clave es ver como la música pop se ha visto siempre como un consumismo, y como podemos ver la política no solo como una ideología, sino la política como una serie de posicionamientos y de la ideología como algo horizontal. Nos vamos a encontrar con 34 artistas internacionales y todo esto lo podemos apreciar perfectamente aquí porque la música es donde más se activa lo emocional que dejamos de lado en la política, hay una cierta simbología en todo.
            En los 5 bloques temáticos veremos obras muy diversas, la recogida de una performance en un teatro vacío de Madrid, 32 retratos de hip-hoperos, Depeche Mode, una máquina de música que reproduce canciones que tienen que ver con la política, el fenómeno de los fans con Amy Winhouse, documentales en el que se nos muestra a los jóvenes en un concierto… Mencionar también que la exposición cuenta con un catálogo con textos y aportaciones de Iván López Munuera, Kim Gordon, José Manuel Costa, Simon Reynolds, Greil Marcus, Amparo Lasén, Peio Aguirre y Lucy O´Brien.
            Ahora bien, en mi opinión, es un tema muy interesante, y que como ciertas cosas de nuestra vida tan cotidianas muchas veces le dedicamos menos importancia de la que tiene, o ni siquiera pensamos en ello, pero considero que la exposición tan trabajada y sacada a relucir en sus aspectos claves y bien elegidos ha quedado expuesta de tal manera que resulta difícil su seguimiento. A mi manera de ver las cosas, las instalaciones no son las adecuadas y las salas de vídeo cuentan con poco espacio, además podía ser considerada equivocadamente como una historia del pop y olvidar el punto central que es el de reivindicar las formas políticas, a lo mejor podría haberse centrado más en los mensajes de las canciones y la repercusión y lo que consigue llevar a cabo un grupo sobre sus seguidores, en la que los fans hacen y plagian todo lo que hacen sus ídolos. Aun así, es fantástica desde el punto de vista que aborda todas y diferentes cuestiones de la política en la música que no sin esta exposición a lo mejor ni consideraríamos. Por último señalar que las cartelas no me parece que expliquen mucho al respecto.
            Pero si te gusta la música y quieres ver lo que ha conllevado en la política no hay que dejar de ver esta exposición en el Centro de Arte 2 de Mayo en Móstoles, que comenzó el 30 de noviembre y que seguirá abierta al público hasta el 21 de abril.