domingo, 10 de marzo de 2013

Diálogo entre lo orgánico y lo inorgánico

Jorge Perianes
Galería Max Estrella. Calle Santo Tomé, 6
Julia Clara Goitia Mañon


Escribo estas líneas entre cuatro paredes, rodeada de hormigón, ladrillo, cristal y aluminio, buscando a Perianes en este cuarto de estar y encontrando sólo retazos a través de una naturaleza muerta que representa el parqué bajo mis pies, un jarrón de flores secas sobre la estantería y el nogal pulido de los muebles.

Intento buscar un brote de vida mientras enciendo un cigarrillo, voy al baño, expulso el humo sobre mi propio reflejo y lo apago justo a la altura de mi pulmón derecho, emulando la primera pieza del artista al entrar en la galería, buscando un latido más allá de mi propia existencia y divagando sobre si este es el verdadero significado de la exposición.

Las salas rebosan luz y contraste, en la cotidianidad hace brotar la naturaleza, lo orgánico en contraposición con lo inorgánico, haciéndonos detenernos en aquello que sustenta la rutina a través de pilares de tierra y piedra, que no dejan de ser la base de todo lo que nos rodea. La vegetación se adentra entre las grietas de la modernidad confiriéndole una especial belleza a una industria quebrada.

La obra de Jorge Perianes hace que reflexiones, transportando el diálogo que crea entre vida y muerte más allá de la galería, pero no lo hace de forma macabra y funesta, sino como una imposición natural de la existencia misma, que encuentra en los impedimentos impuestos por el hombre a través de sus construcciones su camino para crecer y buscar la luz.

Muchas de las piezas aparecen fraccionadas, rotas o hendidas, pero no reflejando el desgaste o mal uso, sino que se muestran incompletas por sí mismas y es aquí donde Perianes cubre el vacío a través de su forma orgánica y primitiva: el vino y el vaso, la pintura y la natura, el lienzo y la madera, la lluvia y el espejo. Donde lo inorgánico termina empieza lo orgánico y viceversa.

Todas las obras aparecen sin título, siendo una forma de que el espectador participe en la simbiosis entre lo biológico y el artificio dotándole de significado y creando un nuevo diálogo a tres (orgánico, inorgánico y razón) para que reinterprete las piezas posicionándose en su propia realidad y permitiéndole buscar en su cotidianidad su definición individualizada y personal de la experiencia artística.

El juego trasversal de piedras sobre los techos confiere una sensación de inestabilidad, haciéndote sentir inseguro cuando pasas por debajo, dotándole de poder a la Naturaleza, aunque minúscula frente al hormigón que se erige por encima, haciendo que te preguntes quién mantiene a quién, qué permite la existencia de lo orgánico o de lo inorgánico y si uno podría existir sin el otro, así como si la convivencia es real entre ambos o forzada por el hombre.

Como ejemplo a lo anteriormente expuesto me gustaría destacar una de las obras, una jaula de madera colgada del techo, vacía, con la puerta abierta y un pequeño puente hacia la pared, como si la vida que albergaba, en este caso en forma de pájaro, pudiera escapar de su encierro a través del muro, difuminando los límites y potenciando de nuevo el diálogo que da título a este artículo.

La interpretación por tanto queda abierta al espectador y en esta incursión las sensaciones, la confusión, la atracción, la asociación de ideas, conceptos y las experiencias personales forman también parte de la propia exposición y del diálogo construido por Perianes, que se alarga sin limitación a cada realidad individual. 

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