"El coleccionista de obsesiones"
Bernardí Roig
Fundación Lázaro Galdiano
Una exposición llamada “El coleccionista de
obsesiones” ya que según las palabras del artista sus obsesiones quedan
reflejadas en estas esculturas, hombres calvos, altos, gordos, que llevan los
pantalones desabrochados, hasta el punto que parece que se van caer, modelo que
ha repetido a lo largo de toda su obra. Roig ha pasado de crear esculturas que
escupían fuego, a otras que se
congelaban y descongelaban en la misma exposición a figuras cegadas por fuertes
luces blancas, fluorescentes y bombillas que se sitúan pegadas a los rostros de
las esculturas, arrojando luz, pero a la vez impidiendo la visión al personaje.
Para Roig el Lázaro Galdiano era
el lugar perfecto para presentar esta exposición, Galdiano, al igual que él,
era un gran coleccionista, este museo surge de su colección, de su obsesión, el
arte y Roig sitúa sus hombres, sus obsesiones en este lugar, depósito de las
obsesiones y pasiones de ambos.
La exposición está formada principalmente por
las diecisiete esculturas, de las cuales, ocho han sido creadas específicamente
para esta exposición, realizadas en metal y pintadas de blanco, utilizando modelos reales, siempre hombres altos, calvos y gordos cercanos al artista. Dentro de la exposición también
encontramos un libro de 21 fotograbados
de su instalación realizada en Bruselas en el 2010, llamada Blow up, al igual que la película de su
ídolo Antonioni. Otra de las piezas es un vídeo en blanco y negro en el que el propio
artista recorre el museo Lázaro Galdiano en la absoluta oscuridad de la noche,
con los ojos cegados por tiras de cinta aislante negra y un enorme foco
profesional sobre su cabeza, que a la vez que lo ilumina lo ciega, al igual que
las esculturas repartidas por el museo, pero el foco va iluminando el recorrido
que realiza, ilumina indirectamente las obras que se encuentra, que mira pero
no puede ver por el exceso de luz que le baña, creando una sensación
inquietante, sobre todo cuando oímos lejanamente la voz de Elvis recitando en
uno de sus conciertos.
En la planta superior del museo encontramos
los almacenes visitables, donde Roig decide colocar un muro, dando la idea de
estudio, donde coloca fotografías, dibujos y recortes que le atraen,
obsesionan, que sirven de inspiración para su obra, el tema del sexo, las
prostitutas, la muerte, las cabezas y sus hombres calvos y gordos predominan el
muro.
Roig propone una nueva visión del
arte y las exposiciones, no se encierra dentro de un museo, la exposición
empieza en la calle, desde donde podemos ver una de estas esculturas colgada de
lo alto de un árbol del jardín del museo, llamando la atención tanto de los
visitantes del museo como de los propios transeúntes de la calle. En el jardín
del museo el artista ubica algunas de estas esculturas en zonas poco
transitadas, invitando a su búsqueda en un paseo, entrando en relación con el
espacio.
Dentro del museo propiamente
dicho Roig coloca estas esculturas en lugares que no impiden el recorrido de la
colección o la visión de las obras, excepto una, que nos obliga a rodear y
acceder a la sala con la obra de Zurbarán por otra puerta ya que una de sus
esculturas bloquea la entrada. Consigue ubicar algunas de sus esculturas en
salas que habitualmente permanecen cerradas al público, como el despacho de
Galdiano, la sala de armaduras, un túnel subterráneo o una ventana, ubicando a
la escultura en el mismo balcón, creando nuevos espacios expositivos.
Una forma novedosa de conocer el
arte contemporáneo, su origen más íntimo, una manera de comprender la relación
que puede tener con el arte y el coleccionismo en general.
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