domingo, 27 de enero de 2013

El cortejo fúnebre de los encargados

Los Encargados de Jorge Galindo y Santiago Sierra
Galería Helga de Alvear
17-1-2013 - 2-3-2013
Marta Cruces Díaz

Cuando vi el vídeo que encarna la propuesta de Jorge Galindo y Santiago Sierra me encontré pensando en la cara que debieron poner los pobres legañosos al ver tan extraño cortejo. La mañana de verano en la que aquellos Mercedes Benz oscuros portaban esos inmensos lienzos cabeza debajo de los presidentes y el Jefe de Estado de la transición democrática de España, no serían los únicos que paseaban por el corazón de la ciudad. Seguramente las expresiones de esos pocos debían  ir del más profundo asombro hasta el hastío por preguntarse qué estarían preparando para haber hecho unos cuadros de tal envergadura.

Una habitación diáfana de la galería de Helga de Alvear nos da la bienvenida al diálogo entre los artistas y los visitantes, siete retratos oscuros sobre unas paredes blancas. En una primera mirada, es posible que no se les reconozca pero un simple giro de cabeza nos lo puede revelar: son Juan Carlos I, Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luís Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Los culpables, los encargados de la crisis que llevamos varios años sufriendo y, de fondo, el himno anarquista de “A las barricadas” que incita al corazón del visitante a alterarse.

El desafío y la disconformidad impregnan la exposición desde la captación de los retratados, como si fueran figuras oscuras y desconfiadas, hasta la Varsoviana Soviética que acompaña como fondo musical el vídeo antes mencionado. Porque, seamos sinceros ¿quién se fiaría de unos individuos que circulan boca abajo y que clavan la mirada en el más profundo infinito como si le echaran algo en cara?

Estos retratos, realizados con una técnica tétrica y propia del cómic o la novela gráfica en cuanto a caracterización del malvado de turno, no necesitan que sus representados esbocen una sonrisa malévola, ni una mueca de desdén. Con la gama de colores del negro y gris son capaces de insinuar su verdadero interior sin caer en la caricatura. La simbología que transmite el hecho de colocarse bocabajo se puede atribuir a la idea de ir en contra de la verdad o, incluso, de la realidad que viven. Mientras los ciudadanos viven con los pies en la tierra y conviven con sus miserias; los políticos lo ven todo del revés y se desentienden de los problemas como si nada fuera con ellos.

Volviendo a la idea del cortejo fúnebre, aunque a simple vista me pareció que los siete coches estuvieran rindiendo homenaje a la fallecida democracia, también me recuerda a un desfile militar. Sus movimientos pausados y en orden, así como la música de clara intención soviética, me hacen pensar en ello.

El juego con las imágenes y las letras de los mensajes publicitarios invertidos señalan que algo no marcha bien y que se deben tomar medidas. Es un claro golpe de efecto a la situación actual en la que la injusticia campa a sus anchas, convirtiendo nuestro país en un lugar lúgubre en blanco y negro que permite desfilar con la cabeza alta a aquellos culpables de la miseria del pueblo.

Bajo mi punto de vista, es una exposición que invita a la reflexión aunque el visitante no se haya acercado con esa idea en la mente. Creo que nadie se irá sin atribuirle un sentido intencionadamente político a esos cuadros, vídeo y fotografías, y todos serán capaces de comprender, a su particular modo, el significado del título.

¿Los encargados de qué? De destrozar el sistema político que más cuenta con los ciudadanos: la democracia.

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