“El coleccionista de obsesiones”
Fundación Lázaro Galdiano
Andrea Huerta de la Zarza
LA
MUERTE EN EL MUSEO:
La exposición muestra una serie de obras, de
Bernardí Roig, este es un joven artista, que ha adquirido bastante fama, dentro
del panorama artístico, en los últimos años, sus obras están influidas por
Malevitch o Beuys, y en ellas suele hacer un giño a la memoria y al deseo.
En esta ocasión, el autor nos propone una
serie de 17 obras, repartidas entre diversas salas y el jardín de la fundación Lázaro
Galdiano, estas son esculturas, dibujos, un libro de imágenes y un video, la
gran novedad es que para la colocación de ellas se han abierto espacios,
generalmente cerrados al público, lo que se corresponde con la idea de la
visión oculta, que tienen los museos y fundaciones y ese “secretismo”, de
almacenes repletos de obras guardadas, esto nos invita a hacer una reflexión de
mirar mas allá, de lo visible.
Esto produce un gran choque, ya que de
repente, y en comunión, con el resto de las obras de la fundación, que no
tienen nada que ver con el arte contemporáneo, se inserta en medio de las estancias
una figura humana blanca y rodeada de luz, que rompe nuestro enfoque tradicional,
a la hora de visitar la exposición, ya que nos incita a pensar, y a salir en
cierto modo de la zona de “confort” visual a la que nos tienen acostumbrados,
quizás esto, sea la salida a todo ese mundo de objetos de cierta manera
muertos, que se colocan por paredes y esquinas, y que en realidad forman una
red de materia, sin ningún sentido para nosotros.
Un gran apoyo a esta idea es el video, que se
presenta en blanco y negro, en un ambiente casi fantasmagórico, de un hombre
caminando, solo por un museo, este está a ciegas, y nos pone en alza esa
sensación de que miramos, pero no vemos, recorremos salas repletas de obras,
pero al final, de la visita, llega la desolación, el vacio y la temida pregunta
¿Qué he visto en realidad?.
Las obras también pretenden hacer una mención
a la práctica del coleccionismo, que está hoy en día, bastante extendida, ya
que vivimos en la cultura de la conservación, todo se guarda, todo se almacena,
estamos abrumados de objetos, de imágenes de esos objetos, todo ello forma
parte de al fin y al cabo, de un mercado más, que deja atrás la valoración
estética, para convertirse en un producto, de por así decirlo del supermercado
del arte, pero con ello, estamos, ¿matando las obras?, o por el contrario, si
no se conservaran, ¿quizá no podríamos verlas nunca?.
El conjunto total entre escultura, dibujos y
videos, está rodeado además por un halo de misterio de música tenebrosa, que no
deja de hacer referencia a la muerte, que para mí, se corresponde con la muerte
de esos objetos en el museo, y crea esa impresión de inseguridad, de lo
desconocido, es gracioso ver la expectación que se crea en el túnel, un lugar oscuro y frio, ya que en la entrada,
puedes ver a un par de visitantes arremolinados, y es divertido, ver las emociones
y comentarios de todo tipo desde la fascinación, hasta el mismísimo, “esto es
una mierda”.
Otro de los espacios, que acentúa ese carácter,
es el jardín, en el que yo misma, me siento como una verdadera estúpida,
buscando obras por todos los lados, y es cuando me di cuenta de la frase que ya
he pronunciado anteriormente, estoy mirando, pero no estoy viendo, por lo que
invito a la próxima vez, que nos vayamos a ver un museo o exposición, en que
pensemos en esta frase, y podamos dejar atras, la percepción de desolación y
desconocimiento a la salida.
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