Del 25 de enero al 20 de mayo de 2013.
Comisario: José Jiménez.
Desde
el momento en el que pasamos la puerta de entrada de la Fundación
Lázaro Galdiano hasta ahora contenedor de la colección de uno de los
coleccionistas y mecenas más destacables del arte español, uno se da cuenta de
que la exposición trastoca la
tranquilidad que hasta ahora reinaba, y rompe con el espacio expositivo
,plagando tanto el jardín como el interior con las 17 obras que se exponen
dentro de la muestra El coleccionista
de obsesiones, planteando un diálogo entre los fondos del museo y
la obra de Bernardí Roig. Encontramos muestras de su obra en recodos de las
salas, o siendo protagonistas de estancias enteras, como en el caso del paso
subterráneo que servía como almacén, o
La
obra del artista mallorquín ha ido evolucionado desde el año 2003, en el que
sus figuras eran cuerpos de maniquís con cabeza de bronce a sus actuales
vaciados directos de sujetos en resina de poliéster , las cuales parece haber
diseñado el propio Malevich, además de pasar de colores oscuros al blanco más
puro, acompañado de la luz normalmente representada con flourescentes. La combinación en su obra entre lo
figurativo y lo abstracto conviven a la perfección, al igual que su diversidad
a la hora de expresarse mediante obra plástica, video o collages. Las figuras
poseen actitudes misteriosas e
inquietantes , y en ocasiones con cierto aire patético. Figuras similares a
estas las pudimos ver en Bruselas en el año 2010, ocupando el parque
Tournay-Solvay, como si de la historia de Blow-up se tratase y el espectador
fuese Thomas cargardo con su cámara.
El artista está representado por la
galería Max Estrella, dónde pudimos ver su exposición Der Italianer en el
año 2011 con una obra que destacaba por la gran influencia del pintor irlandés
Francis Bacon y dónde destaca este año como artista de cara a la próxima feria
de ARCO. Según José Jiménez, comisario de la exposición, la idea del
coleccionista que vemos tan bien representada en el propio Lázaro Galdiano podemos verla en el artista, ya que
según él: “El artista es también un coleccionista, pero un coleccionista de
obsesiones, aquellas que va plasmando en su trabajo en busca de la realización
de la obra, ese impulso obsesivo hacia la búsqueda de lo imposible”. Entre las
obsesiones del autor se hayan la incomunicación del hombre contemporáneo, la
muerte y la soledad, además de la necesidad de expresar un sentimiento o
actitud concreta en cada una de sus figuras, potenciadas éstas por un halo de
luz.
Dentro
de la exposición podemos ver un video en blanco y negro en el cual el propio
artista, se pasea por las diferentes salas sin apreciar realmente los objetos, como
si de un autómata se tratase, con los ojos sellados y una luz sobre la cabeza o
un collage elaborado con imágenes que van desde políticos a actrices, siempre
en actitudes provocativas, y que pasa más desapercibida entre las vitrinas del
museo, en lo que parece un intento de adaptarse al entorno que ha ocupado. El
artista juega siempre con la figura del espectador, el cual capta al sujeto en
un instante clave de su acción, descubriendo a medida que se acerca más y más a
la obra detalles que hasta ese momento habían pasado desapercibidos para él. Dicha
exposición es la primera exposición individual de un artista vivo que realiza
el Museo, como primogénito de una programación cultural renovada que pretende
seguir con la labor que comenzó su fundador.
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