OKUPACIÓN
NOCTURNA A PLENA LUZ
El
coleccionista de Obsesiones. Bernardi Roig.
Museo Lázaro
Galdiano. Calle Serrano 122.
Inmaculada
Hormigo González.
Cuando
el pasado 24 de Enero llegué a la Fundación Museo Lázaro Galdiano una espectral
presencia me recibió desde lo alto de uno de los arboles que ocupan el jardín.
Una blanca figura humana nítidamente iluminada me observaba desde arriba, lo
que no sabía es que sería la primera de las obras con las que el artista
Bernardi Roig me sorprendería esa noche. Esta es una de las obras que forman
parte de la exposición “El coleccionista de obsesiones” que se expondrá en
dicho museo del 25 de enero al 20 de mayo de 2013.
Cruzando
la puerta del señorial palacio que en tiempo fue la vivienda del moderno coleccionista
Lazaro Galdiano, y sin apenas poner un pie en las salas del actual museo, el
artista esconde a modo de juego detectivesco una obra más, en el jardín oculta un “cadáver” del que únicamente
asoman las piernas, su siguiente trabajo, invitándonos a acercarnos para
descubrir que en realidad no hay “cuerpo del delito”. Pero este intento de
ocultar la obra es velozmente roto, cuando nuestra visión se ve deslumbrada por
una fuente de luz que proviene de una de las esquinas del palacio, una escultura
más, un hombre a tamaño real, con marcado sobrepeso y alopecia que tuerce el
gesto y cierra fuertemente los ojos frente al foco de luz, que no es más que
una bombilla.
Con
este interesante recibimiento Bernardi Roig nos invita a descubrir una serie de
obras que escondidamente integra dentro del museo modernista, obras que rompen
con la intención historicista de este palacio, en el que encontramos desde
Goyas hasta armaduras decorativas.
La
exposición nos muestra la obsesion que el artista comparte con la figura
generatriz del museo, el afán coleccionista, el modernista objetos
historicistas y obras de arte, y nuestro artista obsesiones. En los espacios
ocupados al museo, a modo de invasor poco invasivo, nos presenta sus tormentos,
presentandolos en espacios desconocidos, como sería el pasillo que une los dos edificios
de la fundación, que sirve de almacén a los ejemplares de la revista Goya, o
cerrando accesos a salas, juega con el espectador y nos hace participes de sus
obsesiones. Estas van desde el sexo a las cargas emocionales, pasando por la
muerte y temor a la oscuridad, a lo desconocido.
Pero
llegamos a dos obras que son claves en esta exposición. Una de ellas el video “ejercicios
de invisibilidad” que es presentado en una oscura sala, vacía, alli se proyecta la
filmación del paseo que el artista, envejecido, con un gran foco de luz sobre
sus hombros y con los ojos grapados, realiza de forma espectral por las
estancias del museo. Nos trasmite una sensación de inquietud, de soledad,
consigue ponernos en su piel, desquiciarnos con el sonido envolvente y la voz irreconocible de Elvis a modo de psicofonía,
creando una sensación de angustia que atraviesa al espectador. La otra obra es el panel que
se nos presenta en la última planta del museo, que no es más que su pared
inspiratoria, nos presenta su más profunda intimidad, nos acerca más aún a su
persona y se nos muestra tal y como es. En esta última obra encontramos todas
sus obsesiones, sus rostros, sus imágenes sexuales, la muerte, la política y el
desconcierto. Acompaña este mural con una escultura que desesperada
se apoya contra la pared, como colapsada por todas sus emociones y obsesiones, mostrándonos
y acercándonos aún más al verdadero Bernardi Roig. Esta idea de acercamiento a la intimidad, se une con la función de esta última planta que formarían los almacenes visitables, uniendo de nuevo a los dos coleccionistas mostrando sus secretos al visitante.
Esta
personal exposición que se presenta en el museo Lázaro Galiano pretendía, en
palabras del artista en una entrevista al diario ABC, “pasar de puntillas,
rozando las esquinas, como si fuera un susurro”, pero no lo conseguirá, en
lugar de ligueros pasos dejará profunda huella en la vida y memoria del
madrileño museo.
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