Jorge Gómez Sierra
Crítica sobre la exposición Los Encargados
(Galería de Arte Helga de Alvear;
C/ Doctor Fourquet, nº 12)
Hablábamos de Duchamp…
El
título puede anticipar la idea, y es que una de las primeras cosas que se me
paso por la cabeza al conocer la obra de Jorge Galindo y Santiago Sierra es un
factor repetido infinitud de veces en la Historia del Arte, hablo de lo controvertido, de
la utilización de la obra de arte como algo revolucionario, político, polémico,
atrevido, sencillamente nuevo.
Mencionar
la palabra “Duchamp” tiene una clara connotación, recopila todas las cualidades
que anteriormente he citado. Este genio dadaísta –o como le queramos llamar o
etiquetar- fue pionero, marcó unas pautas y despejo muchas vías artísticas.
Sembró el “pánico” entre los críticos de la época, que quedaban perplejos ante
un retrete concebido como objeto artístico. Tal descaro desde luego no dejaba a
nadie indiferente. Los nuevos conceptos que el artista francés (nacionalizado
estadounidense) planteaba en sus obras, supusieron un legado perfectamente
asimilado por infinitud de artistas hasta nuestros días. Pero sin duda yo haría hincapié
en el deseo de innovar polemizando, retando y cuestionando al
sistema tradicional y académico establecido.
De
este modo tornamos al
origen del asunto. Volvemos
ante Galindo y Sierra, dos artistas madrileños que sin duda nos proponen un
granito de Duchamp a la hora de trabajar. Nos dejan ver la herencia de este y
otros artistas revolucionarios, quizás
no de forma directa pero si
indirectamente. Los Encargados es una
exposición de pocos colores, más bien gris, que solo con su denominación nos
transmite algo, un descontento o una crítica llevada a cabo mediante una
amalgama artística que aúna fotografía, pintura, videoinstalación y
performance, ¿se trata de un arte total?
Colgados
en la sala principal aparecen siete cuadros que vienen a ser retratos de los seis
presidentes de nuestra actual democracia, además de un retrato de Juan Carlos
I. Se trata de cuadros de
grandes dimensiones invertidos en su colocación. Esto causa impresión, de eso
no hay duda, y además nos alerta de algo, del gusto o deseo por innovar; que es una constante y una
premisa básica a la hora de abrirse camino en este mundo. Es algo muchas veces
dado por hecho pero que marca la diferencia entre el artista y el no artista.
Sin
embargo, la crítica no queda sepultada en la pintura, es una crítica muy
completa llevada a cabo en varias facetas. Es palpable el partido que se ha
sacado a cada medio artístico. La pintura nos facilita una visión a esta
crítica política, pero hay más. En Los
Encargados hay –como ya he dicho- otras vías de difusión del mensaje del
artista, en primer lugar quiero recalcar el valor de la videoinstalación que
siguiendo un orden lógico deberíamos verla después de entrar en la sala
principal, donde están
las pinturas. La videoinstalación proyecta un cortometraje donde estas obras
han sido amarradas a siete coches que han desfilado por el centro de Madrid. El vídeo nos da más pistas,
sobre todo mediante la banda sonora, la cual destapa un fuerte carácter
revolucionario. A continuación, si subimos a la planta alta, nos hallamos ante
una serie de fotografías que terminan de completar este modelo de arte
combativo.
Antes
planteaba una cuestión comprometida en referencia a la exposición; ¿debería ser considerada como
obra de arte total?, quizá no, a pesar de poder reunir en un marco
arquitectónico varias de las disciplinas vigentes en el arte contemporáneo. Ciertamente
no fue creada por Galindo y Sierra con ese fin. Sin embargo, si se la puede
considerar una crítica total, directa y renovada; conseguida a través del
perfecto discurso entre estas disciplinas.
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