miércoles, 30 de enero de 2013

Calvos, gordos y semidesnudos

Ana Isabel Osorno Nieto
"El coleccionista de obsesiones"
Bernardí Roig
Fundación Lázaro Galdiano
 
Estas son las obsesiones que muestran las obras del artista mallorquín Bernardí Roig y que podemos ver en el Museo Lázaro Galdiano, creando una peculiar simbiosis entre la colección permanente de pinturas, esculturas, armas, joyas, miniaturas o tejidos, con el arte contemporáneo de Roig. Una serie de 17 esculturas que nos llaman la atención desde la calle, que se integran, conviven, pero no intervienen en las obras del museo, dialogan con el espacio, nos dan una nueva impresión sobre la colección.

 Una exposición llamada “El coleccionista de obsesiones” ya que según las palabras del artista sus obsesiones quedan reflejadas en estas esculturas, hombres calvos, altos, gordos, que llevan los pantalones desabrochados, hasta el punto que parece que se van caer, modelo que ha repetido a lo largo de toda su obra. Roig ha pasado de crear esculturas que escupían fuego,  a otras que se congelaban y descongelaban en la misma exposición a figuras cegadas por fuertes luces blancas, fluorescentes y bombillas que se sitúan pegadas a los rostros de las esculturas, arrojando luz, pero a la vez impidiendo la visión al personaje.

Para Roig el Lázaro Galdiano era el lugar perfecto para presentar esta exposición, Galdiano, al igual que él, era un gran coleccionista, este museo surge de su colección, de su obsesión, el arte y Roig sitúa sus hombres, sus obsesiones en este lugar, depósito de las obsesiones y pasiones de ambos.

La exposición está formada principalmente por las diecisiete esculturas, de las cuales, ocho han sido creadas específicamente para esta exposición,  realizadas en metal y pintadas de blanco,  utilizando modelos reales, siempre hombres altos, calvos y gordos cercanos al artista. Dentro de la exposición también encontramos un  libro de 21 fotograbados de su instalación realizada en Bruselas en el 2010, llamada Blow up, al igual que la película de su ídolo Antonioni. Otra de las piezas es un vídeo en blanco y negro en el que el propio artista recorre el museo Lázaro Galdiano en la absoluta oscuridad de la noche, con los ojos cegados por tiras de cinta aislante negra y un enorme foco profesional sobre su cabeza, que a la vez que lo ilumina lo ciega, al igual que las esculturas repartidas por el museo, pero el foco va iluminando el recorrido que realiza, ilumina indirectamente las obras que se encuentra, que mira pero no puede ver por el exceso de luz que le baña, creando una sensación inquietante, sobre todo cuando oímos lejanamente la voz de Elvis recitando en uno de sus conciertos.

En la planta superior del museo encontramos los almacenes visitables, donde Roig decide colocar un muro, dando la idea de estudio, donde coloca fotografías, dibujos y recortes que le atraen, obsesionan, que sirven de inspiración para su obra, el tema del sexo, las prostitutas, la muerte, las cabezas y sus hombres calvos y gordos predominan el muro.

Roig propone una nueva visión del arte y las exposiciones, no se encierra dentro de un museo, la exposición empieza en la calle, desde donde podemos ver una de estas esculturas colgada de lo alto de un árbol del jardín del museo, llamando la atención tanto de los visitantes del museo como de los propios transeúntes de la calle. En el jardín del museo el artista ubica algunas de estas esculturas en zonas poco transitadas, invitando a su búsqueda en un paseo, entrando en relación con el espacio.

Dentro del museo propiamente dicho Roig coloca estas esculturas en lugares que no impiden el recorrido de la colección o la visión de las obras, excepto una, que nos obliga a rodear y acceder a la sala con la obra de Zurbarán por otra puerta ya que una de sus esculturas bloquea la entrada. Consigue ubicar algunas de sus esculturas en salas que habitualmente permanecen cerradas al público, como el despacho de Galdiano, la sala de armaduras, un túnel subterráneo o una ventana, ubicando a la escultura en el mismo balcón, creando nuevos espacios expositivos.

Una forma novedosa de conocer el arte contemporáneo, su origen más íntimo, una manera de comprender la relación que puede tener con el arte y el coleccionismo en general.

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