jueves, 31 de enero de 2013

El placer de la mirada.


El coleccionista de obsesiones, Bernardi Roig.
                                           Fundación Lázaro Galdiano. 
25 de enero - 20 de mayo 2013.

El coleccionista de obsesiones es la primera exposición individual de un artista vivo que realiza el Museo y Fundación Lázaro Galdiano con lo que se sumergen en una nueva etapa en la que pretenden dar a conocer al público, desde varios puntos de vista, la riqueza que las obsesines de José Lázaro Galdiano le llevaron a coleccionar. El artista encargado de llevar a cabo este proyecto es Bernardí Roig bajo una evocación de la idea de catarsis, siempre presente en toda su obra, la cual lleva al límite en esta exposición. No es la primera vez que el artista se atreve a mostrar su obra compartiendo el espacio con el fondo de museos clásicos. Por ejemplo, en 2009, en Ca'Pesaro en Venecia, sus esculturas salpicaron las galerías del viejo museo en un tenso diálogo entre clasicismo y modernidad. Sin embargo, en este caso, ocurre algo diferente como él mismo asegura: “Aquí no hay diálogo.“Aquí hay un espacio compartido. Es un monólogo. En Venecia, la confrontación era seca. Aquí es más gelatinosa en el sentido de que está lubricada, no es violenta. No choca. He trabajado sin dejarme apabullar por el hecho de que mis piezas surjan en medio de Goya, de Velázquez o de Zurbarán. He mirado de reojo, pero sin sentir su presión”. Y se podría decir más alto y no más claro ya que se trata de un lugar escogido concienzudamente por el artista, el cual ha sido un perenne visitante del lugar desde que en 1987 alquilase un estudio cerca del Museo.

Entre Bernardí Roig y José Jimenez, comisario de la exposición, han seleccionado las obras que mejor transmitían la idea de coleccionismo, de un coleccionismo de obsesiones, con el cual el artista se ve fuertemente identificado. La selección esta compuesta por un total de 17 obras repartidas por todo el palacio, y cuando digo todo me refiero a TODO ya que es la primera vez que el Museo abre al público todas sus plantas dejándonos entrever los entresijos de un coleccionista dominado por el arte de mirar y observar sus tesoros, en cierta manera con una pulsión escopofílica. Buena muestra de ello es que se ha abierto el túnel subterraneo, el antiguo vestíbulo de entrada del palacio, los jardines, o una de las terrazas exteriores del Museo. Se trata de dibujos, esculturas, un libro de luz, un molde escultórico, un tablero de imágenes, y una película rodada especialmente para esta ocasión, donde el artista recorre el palacio con los ojos grapados acompañado de una inquietante luz con un aire siniestro y Frankesteniano, que en su conjunto nos muestran un pensamiento obsesivo y febril. Algunas de estas obras son de nueva creación y otras han sido reformuladas para el emplazamiento que ocupan ya que se disponen en función de la arquitectura y sus elementos como los suelos, las esquinas, las columnas y la luz para de este modo poder activar el lugar. 
Algunas de estas obras tienen un carácter mas potente como es la obra “Hombre de la luz” con la que el artista juega con una pretenciosidad luminosa que sin duda llega a lograr, de tal forma que ilumina a través de la represión y muestra una realidad que no se puede imaginar ya que es algo traumático y mantiene una anulación subjetiva que culmina con una pulsión escopica que al fin y al cabo permite un realismo conflictivo.

En pocas palabras, parece que haan logrado su proposito de crear un diálogo del artista con lo que significa una colección, es decir, atesorar conocimiento, almacenarlo y mostrarlo en la casa del coleccionista, por eso juega un papel trascendental la propia sede de la muestra, el palacio de Lázaro Galdiano. 

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