miércoles, 30 de enero de 2013

VIAJE A LAS OBSESIONES DE UN ARTISTA


VIAJE A LAS OBSESIONES DE UN ARTISTA

 

Cristina Pérez Fornieles

Exposición El coleccionista de obsesiones de Bernardí Roig

Museo Lázaro Galdiano

 

En el Museo de Lázaro Galdiano se encuentra esta exposición contemporánea, que se sale completamente de lo que estamos acostumbrados a ver en este lugar.

 

Se titula El coleccionista de obsesiones y ha sido realizada por Bernardí Roig; siendo la primera exposición que se realiza en el museo, de un artista vivo.

 Esta compuesta por esculturas, un libro de imágenes, dibujos, un molde escultórico, y un video realizado para esta ocasión,  utilizando como tema central la representación del hombre. Alguna de estas obras, son inéditas y otras han sido creadas para esta exposición de Madrid.

 

Lo primero que sorprende es que las obras están repartidas por todo el museo, desde el túnel hasta en el jardín, pasando por la sala de armaduras, antiguo vestíbulo, etc.; donde se encuentran esculturas que representan al mismo hombre, calvo, gordo, vestido solamente con un pantalón desabrochado, completamente blancas en diferentes posturas con gestos que no dejan indiferente al espectador atrayendo, nuestra mirada hacia ellos para intentar entrever lo que les esta ocurriendo y todas ellas con un punto de luz.

Así, se percibe la obsesión del artista por el hombre y sus inquietudes, sus miedos y miserias; la soledad , la muerte….. despojado de todo, sin ningún artificio, intentado atesorar en sus obras presentes, un tiempo pasado irrecuperable, la luz que le guía, para llevarle hasta el final de su existencia, y en el caso del artista perpetuarse con su propia obra.

 

Roig coloca las obras de tal manera que crea un juego entre ellas y el  espectador, ya que le obliga a  buscar entre la exposición permanente del museo, las obras del artista. Este juego es posible gracias a que sus obras contemporáneas, resaltan escandalosamente sobre lo clásico, creando así, la sensación en el visitante de que esta buscando algo diferente entre muchos objetos parecidos.

Para abundar en esta idea, se encuentra en una de las salas un video en blanco y negro, donde aparece el artista paseándose por todo el museo a oscuras, con tiras en los ojos para no ver nada y con un foco de luz encima de su cabeza.  Con ello, quizá nos quiera decir, que nuestra obsesión ciega por acumular, necesita de luz  para poder distinguir la realidad, para poder ver y no solo mirar.

 

Con el paso del tiempo se ha ido cambiando la concepción de la obra de arte y de cómo exponerlas, aunque siempre se ha mantenido ese afán del hombre por coleccionar. Desde los orígenes, donde en las cámaras de las maravillas se guardaban los objetos únicos que en esos momentos se podían encontrar, sin apenas organización, hasta posteriormente la creación del museo donde todas las obras son estudiadas, catalogadas y expuestas en salas creando un diferenciación entre unas y otras, según al periodo que correspondan.

 

Independientemente de lo que el artista quiera decirnos con su obra, que no deja de ser algo subjetivo, lo cierto es que la exposición resulta “rompedora” pues se sale de los cánones clásicos a que nos tienen acostumbrados los museos; colgar las obras por los árboles, llamando la atención de los transeúntes de la calle, o esconderlas por los parterres del jardín, obligando al espectador a hacer de sabueso,  no te deja indiferente y aún mas llamativo es que esto suceda en un lugar como el Lázaro Galdiano.

Esta exposición marca un antes y un después en la línea que hasta ahora llevaba esta Fundación y que seguro habría gustado y mucho a “un coleccionista” como Lázaro Galdiano  A mi personalmente me ha resultado cuando menos, inquietante.

 

 

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