jueves, 31 de enero de 2013

Veo Veo

El coleccionista de obsesiones

Bernardí Roig

Museo Lázaro Galdiano

25 enero - 20 mayo 2013

Celia Lucia Soldado Moreno




La pérdida del “pedestal” para Bernardí Roig no solo significo el acercamiento de la obra al público y desmitificación del artista, para colmo nos hace jugar con ella. No solo tenemos que ir andando por la sala de exposiciones para contemplar su obra, sino que ahora además tenemos que buscarla como si de un juego se tratase al más estilo “Blow up”. ¿Nos estamos convirtiendo así en parte de la obra en sí?

Se nos muestra una serie de esculturas al tamaño natural realizadas con moldes del propio artista y de una caracterización muy realista y con expresiones faciales especialmente trabajadas. El momento escogido para la visita a la exposición no podría haber sido más idóneo, para que ir de día si podemos ir al caer la tarde haciendo que se cree un ambiente, una sensación de inquietud, pero también de acercamiento. Caminando por el jardín hay momentos en los que no sabes si esa persona del fondo, bajo el farolillo, se está fumando un cigarro o te está espiando, hasta que te das cuenta de que lleva en la misma postura un buen rato (y de su boca no ha salido ni una pizca de humo) es entonces cuando te das cuenta del engaño y te acercas para descubrir una escultura ciega, “cegada” a su vez por una bombilla situada encima de su cabeza literalmente. Más tarde pasas dentro del edificio, y por las diferentes salas te vas encontrando a sus hermanos gemelos, todos en diferentes posturas, pero siempre descalzos, con una gran bombilla y con una extraña obsesión por llevar los pantalones desabrochados.

Las piezas no interactúan únicamente con los espectadores, ya que nos podemos encontrar una en la entrada, como nos la podemos encontrar escondida en el túnel situado debajo del edificio donde se encuentran almacenadas un montón de las revistas “Goya”, fundada en 1954 por José Camón Aznar, en cajas amontonadas. Interactúa con nosotros, pero también con el edificio en sí. El artista trabaja tanto en los ámbitos de la escultura al natural, la escultura en plata y vitrina como en el videoarte y en el apropicionismo de otras obras.  No pasa desapercibida tampoco la sala donde están las armaduras que se hicieron especialmente para el antiguo dueño del recinto, en el centro de esta no hay nada más que un molde, el artista se desnuda ante nosotros (ya nos estaba dando pistas con lo de los pantalones), encontramos aquí un molde expuesto a modo de sarcófago abierto del que parece que ha salido corriendo uno de sus hombres. Aunque más que un sarcófago podemos intentar relacionarlo con una “armadura” más, de la cual ha huido aquello o aquel que hubiera dentro.

En otra sala nos encontramos con un video un tanto desconcertante por no decir ensordecedor y un tanto desagradable. Aquí se nos muestra la acción del artista paseando por el museo una noche completamente a oscuras, con los ojos tapados y portando un gran foco en su espalda, esta así asistiendo a la visita de su propia exposición (y del resto de obras de la galería) sin poder si quiera verla. Toda esta contraposición de hombres cegados y alógenos por todos los lados nos hablen quizás de lo ciego que se encuentra el hombre, ya que aunque porte veinte de esas luces alógenas a su espalda o las tenga enfrente, sigue cegado.
Sin darnos cuenta del juego en el que hemos entrado, vamos recorriendo todas las salas, viendo así todas las obras, que “colecciono” Lázaro en su momento, la galería de un coleccionista y en ella, un artista coleccionador de obsesiones.


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