Jorge Perianes. SIN TÍTULO.
Galería Max Estrella. C/ Santo Tomé
6, patio. Madriz.
31.ene – 6.abr/2013
31.ene – 6.abr/2013
Judit del Río.
I.
Entrance.
Arco
trionfale. Monumento-espeleotema. Granito. Altura. Ascensión.
¡Arriba, Perianes! Arriba, arriba. Techumbre. Protección. Cueva. La
casa del Chamán. Rito. Mi Primera Comunión (tenemos levantados los
ojos hacia el Señor; es un dios inerme e ignorante, sordo). Fuera
de plano. Fuera de foco. Desplazamiento hacia el extremo cenital.
Situación: solitud. Desierto pétreo y aéreo. Timing perfecto entre
el hombre y la piedra. Consolidación del desastre en ciernes.
II. Room to the
Men.
Cristal azogado. Imagen especular reflejo de uno.
Moi-même est un autre. A través del espejo (y lo que Perianes encontró allí). Se Esconde Al Otro Lado. Undisclosed
recipient.
Naturaleza insólita:
aquella que es perversa de forma congénita. Secuencias ilógicas
que se prolongan hasta el infinito a modo de trompe l'oeil real
–demasiado real–. Naturaleza que está tarada y no actúa de
acuerdo a lo que debiera ser: traspasar (la planta el lienzo), abrir
(el pájaro la jaula), comer (el insecto la pared, mostrando sus
estratos, lo que está mas allá, de nuevo lo que encontró allí:
arqueología del muro). Escapismo genético.
Todo es orgánico, nada hay
geométrico, plano o simétrico. Todo se ramifica en formas
insospechadas, quiebra los moldes haciendo posible la loca-loca danza
de lo imposible. A subtle act of rebellion en escaleras que suben sin tocar suelo, en jardines
verticales.
III. Room to the Time.
Equilibrio
precario del cristal que se esquirla. Caliz de la alianza nueva y
eterna, alambrada peligrosa e hiriente que toca los labios del que
bebe. Borbotón. Lleno-vacío, bueno-malo. Complementariedad
imposible. Matemáticas de Dios: quien más da, más tiene
(Perianes ft. Val del Omar ft. Enrique Morente). Copas rebosantes, inestables,
contradictorias, cócteles en la playa de Madriz, de nuevo lo que
esconde la tabla: la madera madre, el árbol vivo alineado contra el cielo límpido, arcada de
palmeras, románico contemporáneo y verde.
Interludio:
Algo anda mal aquí dentro:
la visita a Perianes en su sede de Max Estrella es conmovedora de
alguna manera que no comprendo. No es del todo canónico este
entreacto que me permito –en aras de la cuenta exacta de palabras:
qué dura la constricción institucional-académica que obliga y
exige–, pero debe ser el juego especular con el espectador que
remite siempre a la interioridad, al uno mismo, al (des)conocimiento
que pilla por sorpresa. I can feel it underneath like a miracle, no-one is safe, people make noises when they're sick. Nothing to holdon to cuando ves cómo te reflejas con cara de tonto: esto no es el
callejón del Gato*, pero te enseña que no eres la malayerba que
escapa por fuera de la grieta en la pared blanca, que no eres el
pájaro que abre su jaula (hacia el interior, siempre el interior),
ni el gusano que harto de fruta, o a falta de ella, come madera.
Comer madera, piedra y cristal: eso me hace querer Perianes. O puedes o revientas.
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No os dejéis engañar por
lo que en verdad os digo: Perianes no tiene nada de
místico. Trabaja con lo cercano, lo mundano, lo naïf
incluso, lo naïf-siniestro-magrittiano que caracteriza su obra. En
Max Estrella encontramos una selección exquis, cadavre exquis, vaya,
que hila de forma algo arbitraria pero innegable los conceptos de:
- La retroalimentación del hombre –lo artificialia– y la naturaleza –lo naturalia–
- Y la interacción obra-visitante (el espejo, el paso por la arcada de ingreso de piedra apuntalada con hierro industrial);
articulando un todo no demasiado comprensible en términos lógicos pero bien aprehensible, pedestre, hogareño, algo melancólico. Lo conocido-cotidiano se rebulle y se presenta con extrañeza, y crea un cortocircuito que le hace a uno oscilar entre la fascinación y la repugnancia que lo incomprensible provoca.
Perianes: moi ben.
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