Sin
título. Jorge Perianes
Galería Max Estrella.
Del 31 de enero al 6 de abril de 2013
Patricia San José
García
Lo
que más sale a relucir cuando se habla de la obra de Jorge Perianes es la
ambigüedad que ésta desprende, pues se compone de piezas que no se cierran a un
único significado, sino que dialogan con el público y se abren a una mayor cantidad
de interpretaciones. Para la presente exposición –su primera en solitario en la
Galería Max Estrella– ha creado piezas nuevas pero que recuerdan a motivos que podemos
encontrar en su producción anterior: grietas en la pared de las que brotan unas
hierbas (El patio de mi casa, Granada,
2009); cuadros agujereados; escalera no funcional (Typewriter, Ciudad de la Cultura, Santiago de Compostela, 2011);
grandes rocas apuntaladas que crean inestabilidad (Inside, Biblioteca de Galicia, Santiago de Compostela, 2011); jaula
de pájaro –aunque en este caso falta el pájaro, que se ha escapado por un
agujero que ha efectuado en la pared– (Galería Fúcares, Madrid, 2006); o copas imposibles
y rotas (Caminar la línea, Galería
Max Estrella, Madrid, 2012). Todas las obras juegan con la escala y con la sensación
de engaño, y nos transmiten una acción ya pasada cometida por algún ser humano al
que no logramos ver, y es esta ausencia-presencia del hombre la que va a ser el
hilo conductor de toda la exposición.
Aunque
últimamente su obra ha tendido hacia la intervención arquitectónica en espacios [1],
Perianes se inició en la pintura, y después se pasó a la escultura –aunque muy
pictórica– porque “no representa, crea una entidad nueva” [2],
y le proporciona la posibilidad de establecer un juego de atracción-repulsión que
va a ser muy recurrente en su obra –y que se puede asemejar a esa especie de
masoquismo intelectual que supone lo sublime romántico, como apunta David Barro
en El cultivador de grietas en el
cementerio de los sueños [3]–.
Para crearlo, se sirve de una estética llamativa con colores vivos para que el
espectador, confiado, se acerque a las piezas, y al observarlas se sienta
atrapado por ellas como si de plantas carnívoras se tratase y le muestren “una
historia que quizás es más cruel o cruda de lo que parece” [4],
en la que el tema central es siempre “el hombre y su situación actual, la vida,
la muerte, su incapacidad para conocerse, para encontrar su lugar”[ 5],
aunque éste no es representado, porque el artista se siente incapaz de hacerlo,
lo que le lleva a servirse del muñeco o la metáfora del pájaro (lo más alto) o
el insecto (lo más bajo). “Ellos introducen al espectador en la obra, pero
también lo sustituyen” [6].
Perianes va a maquillar esta cruda realidad mediante la metáfora, la ironía y
sobre todo la fábula, ya que para él “de la imposibilidad actual de narrar a
través del discurso directo humano, al hallarse en crisis su identidad y
credibilidad, nace la necesidad y el imperativo de la fabulación. El animal nos
introduce de manera más graciosa y aparentemente distante en el concepto,
parece que nos afecta menos” [7].
Las
piezas de Perianes inquietan y crean inseguridad en el espectador, ya que lo
que le es familiar se torna confuso, y por tanto, siniestro. Toda esta inestabilidad
y tensión que pretende provocarnos el artista puede verse más claramente en la
sala pequeña de la Galería –que ha iluminado de tal manera que se crea un
espacio íntimo donde el público puede observar con detenimiento cada pequeño
detalle–, en la que ha distribuido una serie de copas y vasos fracturados,
caídos, imposibles o colmados, muy orgánicamente, pues bajo ningún concepto
quiere que sus obras sean percibidas de manera frontal, como cuadros, sino que
quiere que éstas tengan entidad propia. Al ordenar así las piezas y al
colocarlas sobre unas tablas de madera huecas y sin urna protectora, se genera
un mayor efecto de fragilidad.
Además
de la influencia de Duchamp y sus ready-mades –inevitable para un artista contemporáneo–,
en la obra de Perianes se puede ver el interés que tiene por Matta-Clark y su uso del
corte, y por supuesto por Magritte, del que le atrae lo poético y lo
intelectual, así como lo absurdo y el extrañamiento que producen sus potentes
imágenes.
[1] Como la que hizo en Categorías para Matadero en 2011, en la
que obligaba a dar un paseo por los sótanos o el desván de una casa inexistente
plagados de brotes de plantas, o en la Galería Max Estrella en la colectiva Caminando la línea en 2012, para la que
cortó el fuste de las tres falsas columnas del espacio principal y desplazó
ligeramente las paredes, creando una fuerte sensación de inestable fragilidad.
[2] Jorge Perianes, Texto autógrafo, www.fucares.com/exposiciones/expperianes.htm, 2006.
[2] Jorge Perianes, Texto autógrafo, www.fucares.com/exposiciones/expperianes.htm, 2006.
[3] David Barro, Jorge Perianes. El cultivador de grietas en
el cementerio de los sueños, gasNatural Unión Fenosa, Museo de Arte
Contemporáneo, 2009.
[4] Javier Díaz-Guardiola, Entrevista con Jorge Perianes, ABCD,
25/03/2006.
[5] Ídem.
[6] Ídem.
[7] Jorge Perianes, op. cit.
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