Sin título
Gabriela Rodríguez Riva Palacio
La obra del artista gallego, Jorge Perianes, se expone una
vez más, sólo que ahora de manera
individual, en la galería Max Estrella. Esta muestra nos invita a pensar y ver
al ser humano de forma abstracta e invitando al espectador a ser parte de la
obra como un reflejo de sí mismo en cada momento. El hombre es conceptualizado de forma que se muestra
ausente en su propia obra; nos podemos ver un cuerpo humano o un retrato, más
todas las acciones que realiza el mismo son las que generan cada una de las
piezas de dicho artista. Un ejemplo interesante, es la primera obra que está
entrando a la galería: El cigarro en el espejo, pero quien ha apagado esas
dosis de nicotina en el reflejo humano, quien ha osado quemar lo único que es
propio.
De distintas formas el hombre se ve reflejado, ya sea en la
mordida de una manzana, en una escalera flotante o en múltiples espejos. Pero
un reflejo que me atrajo de sobremanera fue el ver mi cara distorsionada en una
copa rota… al momento de entrar a la sala, donde la luz difusa apuntaba a cada
una de las copas, como si esas obras contaran una historia, historias de un bar;
una canción sonaba en mi mente, el buen Andrés Calamaro diciéndome al oído “mozo
sírveme la copa rota, sírveme que me destroza esta fiebre de obsesión…” y cada trozo de la copa que esta sutilmente
colocado me hacía pensar en la fiesta y en el arte como un arma de dos filos.
Puede ser tan divertido y alegre como tú quieras o tan doloroso y nostálgico;
así como el llanto que se derrama suavemente por la copa que está repleta de
licor. Misma obra que guiaba a aquellas dos copas semejando un reloj de arena,
marcando el tiempo del que pasa a través de cada trago. El reflejo de una copa
en otra, el tiempo transcurrido y el que está por ocurrir, entonces, ¿dónde
queda el presente? Podría estar en la
roca que sostiene esas dos copas; no lo sé, no está en mí.
El joven artista reveló la verdad acerca de estos objetos
reflejantes y mochos. Un amigo suyo
trabaja en un bar donde, indudablemente cada noche las copas caen y éste se las
regala a Perianes. Jorge logra tocar la poesía en objetos que podrían ser
considerados como basura; toma lo que ya no sirve para convertirlo arte. El hecho
de saber cómo colocar las piezas sueltas para crear un nuevo objeto. Y reflejándonos
entre copas una extraña intervención en la pared nos ataca; una palmera escala
miniatura que sale de un cuadro donde se proyecta el Caribe. La palmera como
objeto rompe las dos dimensiones del cuadro para crear un espacio, con otro
eje, que apunta hacia el centro de la sala de copas, el centro de la fiesta.
La exhibición del artista Jorge Perianes es un conjunto de
todas sus obras ya expuestas en otras veces; nada nuevo, piedras sostenidas por
pilares, espejos, escaleras, naturaleza y copas. Esta pintoresca exposición no es más que Jorge y
lo de siempre, yo preferiría que este joven artista nos ofrezca algo nuevo, no
digo que su obra sea mala; al contrario. Espero que en las próximas muestras de
este artista, ya sean colectivas o individuales, nos regale algo nuevo,
interesante y que nos deje pensando una vez más en esas intervenciones del
hombre en todo lugar. Aunque esta exposición fue analizar las mismas obras, ya
hechas, contiene esta mezcla que define a al artista, lo que hace que el sea
Jorge Perianes y no alguien más.
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