Tan cerca pero tan, tan lejos
“There is only one thing in the world worse than being talked about, and
that is not being talked about.”
Oscar Wilde
Oscar Wilde
Llevo días intentando hacer una crítica de la exposición Café hecho por Di, del artista cubano
Wilfredo Prieto, pero no lo consigo. Al escuchar el nombre de Prieto, automáticamente
pensamos en el arte conceptual, grandes instalaciones, objetos y performances,
algunos de los cuales de gran calidad. Sin embargo, cuando entramos en la
galería nos encontramos con todo tipo de dibujos y bocetos de distintos
tamaños, la mayoría lineares, rápidos y concisos, sin la intención precisa de un
alto nivel de refinamiento gráfico. Son más bien apuntes, dibujos preparatorios
y proyectos de obras en las cuales la idea es más importante que la
conformación o la materialidad en sí. Es decir, no son dibujos hechos para ser
vistos como tales.
La verdad es que no tengo ganas de hacer críticas ni elogios
de lo que vi en la galería. La muestra se construye de una forma tan aleatoria
y auto-referente que nos resulta imposible aplicar cualquier juicio de valores sobre
lo que vimos. Aquello que está expuesto no puede ser
bueno o malo, una vez que no fue concebido para ser así. Por más sencillos que
sean los dibujos presentados, siento que en todo lo que ahí está hay una
especie de falta: falta de ganas de algo, de riesgo y osadía. Falta de lo que
las vanguardias mucho tenían, que es una visión de mundo asertiva, que nos enseñe
algo más allá de la poética individual.
Uno puede refutar lo que estoy tratando
de exponer diciendo que el arte contemporánea abdica de manifiestos: todo vale,
puesto que lo más importante no es producir una obra acabada, sino que son los
caminos para llegar a algún lugar, el proceso y sus dificultades. Yo creo que
al principio esta idea que hoy es un cliché sonaba bastante crítica, pues expresaba
el intento por reivindicar una condición menos fetichizada del arte. No
obstante, el fetiche todavía está ahí, solo que se trasladó. ¿Habríamos ido a visitar
los mismos dibujos si no fuesen de un artista del circuito de las principales
galerías de arte contemporáneo? ¿Habríamos ido visitar la exposición si los mismos
no se refirieran a las obras famosas del cubano? Sin duda, el artista aún es
visto como genio, en un sentido más profano pero no menos peligroso. La idiosincrasia
es lo que conforma el juego seductor del arte; ella es el fetiche que tanto nos
atrae y nos enreda un sus hilos malignos. ¿Cuántos dibujos habrán sido
vendidos?
Me parece bastante extraño que el
intento de aproximación e intimidad sea lo que más nos aleje de cualquier
identificación con lo que estamos vendo. Me arriesgo a decir que muchas
personas que, de paso, entraron en la galería sin conocer el artista y sus
proyectos anteriores han salido indiferentes a lo que encontraron. Claro que es
una mentira que el arte siempre haya sido comprendido y apreciado por todos,
pero su enclaustramiento en las cuestiones muy singulares de una personalidad es
algo realmente preocupante.
Ojalá esta exposición haya sido sólo el
resultado de la prisa, de la falta de otro tipo de obra para una fecha
estipulada. Espero ser yo quien no tiene la sensibilidad, el refinamiento o
referencias suficientes para notar la sutileza o la complejidad de lo que está
expuesto. Cuando el artista se encontró con nosotros, alumnos de historia del
arte, para conversar sobre su exposición, expresó un deseo de que hubiera también
algunas críticas negativas, ya que estas le permiten reflexionar y visualizar
nuevas perspectivas. Pues ¿cómo podemos criticar algo tan personal, que por ser
así no se expone a cualquier tipo de crítica? En portugués hay una expresión
que muy bien podemos recordar: falem bem ou falem mal, falem de mim.
Janaína Nagata Otoch (estudiante
intercambista)
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