Jorge Perianes- Galería Max Estrella “Sin título”
El sugerente
destripador de realidades
Un
narrador de historias abiertas, volátiles, sugerentes. Jorge Perianes vuelve a
la Galería Max Estrella con un cargamento de objetos intervenidos que modifican
el espacio, lo transforman y dan lugar a una renovación constante de cada una
de las obras.
Perianes
nos presenta un mundo surrealista en el cual son varios los temas que aborda
repetidamente. La naturaleza sería uno de los pilares centrales de sus
creaciones; desde las piedras que abren la exposición, hasta las palmeras que
se salen del cuadro transformándose en objetos tridimensionales, las plantas
que atraviesan la pared en busca de un rayo de sol, una manzana roída de manera ejemplar o el mismo pajarillo
ausente que abandona su jaula.
Otro
de los elementos claves en su obra es la conquista del espacio. Pareciera que
el artista gallego buscara incansablemente desmenuzar cada objeto, cada
instalación en todas y cada una de las capas que lo forman. Una investigación constante
sobre lo oculto, sobre el ser y su composición, que a un nivel más metafísico y
ambicioso podríamos interpretar como un intenso afán por descubrir lo que se
oculta a nuestros ojos, el mundo invisible que constantemente nos pasa
desapercibido y, sin embargo, está completamente presente en esta exposición.
Esa grieta que caracteriza muchas de sus obras y que se presenta como la
delgada línea que separa lo visible de lo imaginario. Jorge Perianes se
convierte en esta exposición en un destripador de realidades, aunque siempre se
cuida de conservar un hilo oculto que desafía a la subjetividad del espectador.
Los tres
espejos que encontramos son otro reflejo, otro destello de búsqueda de esta
profundidad en los objetos aparentemente triviales. Un espejo inspirador,
inquietante, que despierta inevitablemente nuestros instintos más salvajes, en
el que un cigarro se clava y atraviesa la superficie, planteándonos los limites
del espacio y de nuestras propias realidades. Otro espejo que desafía la
incuestionable teoría de la relatividad y descaradamente congela las gotas de
agua que quedan suspendidas en la superficie, como si el tiempo se hubiese suspendido por
completo en esta historia. Y por último, un espejo inclinado, colocado en el
suelo de una manera agresiva, molesta, que nos obliga a agacharnos para
acercarnos así a esos pedacitos milimétricamente cortados cuyo origen nos es
desconocido. Tres espejos, tres historias, tres imposibles vergonzosamente sugerentes.
En
esta muestra encontramos una vez más una de sus famosas escaleras que no
conducen a ninguna parte y que metafóricamente reflejan ese camino del
conocimiento cuyo destino final no es otra cosa que una ignorancia algo menos
que absoluta. Como dijo aquel sabio griego, “Sólo sé que no sé nada”. La escalera, ese símbolo que invadió la
obra del gran Miró y representó la evasión, que para las teorías
psicoanalíticas era una connotación del acto sexual, en la obra de Perianes se
ha convertido ya en su marca de identidad.
Y
pasamos a una última sala que se nos presenta como si de repente, sin habernos
preguntado siquiera, el espacio hubiese dado por sentado que somos grandes someliers.
Es un ambiente agradable, íntimo, decadente en el que una sucesión de copas abandonadas,
despojadas de toda humanidad han tomado alma propia y han pasado a ser playas,
coronas de espinas, contenedores de charcos de sangre por crímenes
sentimentales, imposibles puertas cristalinas a mundos infinitos, relojes de
arena… Una degustación de grandes dosis de inspiración que llena cualquier
estómago.
Marina Avia Estrada.
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