Bernardi Roig
Gabriela Rodríguez Riva
Palacio
El ser humano de hoy en día vive
en una depresión impresionante. Donde la muerte, el erotismo y la melancolía
son sentimientos, con los cuales vivimos día a día. La Fundación Lázaro Galdiano le abre sus puertas
a unos luminosos seres extraños que rondan por las colecciones de todo el
museo. Sin embargo no sólo de estas esculturas está compuesta la exposición.
Bernardi Roig compone una muestra luminosamente lúgubre donde una película que
él protagoniza, varias esculturas e imágenes forman parte de este mundo de
soledad contemporánea que vive el hombre hoy en día. Mientras se camina por el palacio contemplado
todos los objetos y obras realistas, con los ojos cerrados, alguien te observa.
Sin saber quién es ese patético hombre, tu atención se dirige hacia aquella escultura blanca tamaño real, donde
la luz roza tu mirada haciéndote parte de la soledad obsesiva de los artistas
contemporáneos.
Bernardi Roig nos regala un
pedazo de sus recuerdos, procesos y fantasías; todo lo que alberga la mente, el
subconsciente de cualquier humano, pero el de los artistas es un poco más
complejo de procesar. Al llegar al sótano donde se encuentra este hombrecillo
acercando a la luz para tocarla con la punta de la lengua, te quedas perplejo
pensando… y la luz ¿a qué sabe? El placer de degustar lo intangible, pero visual,
sólo se le puede ocurrir a un obseso quien demuestra en cada gesto su pasión
por juntar la luz. Y a todo esto ¿qué es la luz? Tal vez son todos los tesoros
y recuerdos plasmados en una obra plática que abre un diálogo con las otras
obras expuestas de manera permanente en las salas. Es decir este viaje a través
del tiempo donde Bernardi dialoga con los artistas del siglo de oro por medio
de la luz, los recuerdos y las obsesiones de cada uno de los artistas que
conforman el museo.
Y este sujeto tan extraordinario
que persigue la luz y la atesora dentro de su muerte y ceguera ¿de dónde viene?¿cómo
fue creado? Pues el molde donde nace tal hombre es expuesto en el centro de la
sala de armaduras del museo, como elemento principal de la sala ya que se encuentra
en el centro. Todas y cada una de las esculturas de maniático de la luz están
colocadas en puntos clave, como si estuvieran escondidas, como si fueran parte
del espectador del museo y no una obra más. Entre las obras del museo, en la
ventana, en el jardín, en el sótano, en todos los lugares se encuentra la
exposición de Roig como una persona que está visitando el museo y presenciando
más que a las obras al quienes las están observando. Eso convierte al
espectador en una obra y a la obra en el público, entonces ¿quién es el
artista?
De verdad esta exposición no me
hizo pensar, me hizo sentir, sentir dudas, miedos, soledad, agonía, ganas de
tocar la luz, curiosidad por saber quien me estaba observando y sobre todo me
hizo rozar el arte contemporáneo con las punta de los dedos. Una experiencia,
que gracias al artista proveniente de Mallorca, nos invita a ser parte de una
obsesión que dicho artista plasma en un conjunto de eróticos bocetos, fotografías y recortes como un
trabajo previo a la obra final. Bernardi Roig es un maestro a la hora de
representar todo tipo de expresiones relacionadas con el dolor, la muerte, la soledad, y todos los demás
sentimientos de fatalidad humana.
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