jueves, 7 de febrero de 2013

"Breve Historia de Un Margarita"


“Breve Historia de Un Margarita”

Jorge Perianes: Sin Título
Galería Max Estrella
31 de enero al 6 de abril del 2013
Itzíar Ramos Ricoy

 Aborrezco el Tequila, tanto como para no invitar a probarlo a nadie, más que nada por el “pelotazo” de después y el “mal gusto” de antes. Pero a aquellos amantes del mismo sólo les diré: no prueben los margaritas de Jorge Perianes (Orense, 1974), pueden resultar más que perjudiciales para la salud.


Suso Fandiño, Teo Soriano, Álvaro Negro o Nicolás Combarro, son algunos de los artistas gallegos, de propuestas muy diversas, que parecen ser reclamados en la escena actual, tal y como lo es Jorge Perianes, el mismo que nos presentará en muchas de sus obras una manzana de aspecto apetecible pero quizá un tanto envenenada, e invitándonos así a una deconstrucción de su superficie; “Su engranaje interno es muy similar al de las flores o las plantas carnívoras. Son estructuras que te acercan a una historia que quizás es más cruel o cruda de lo que parece”, sugiere el artista sobre su misma obra.


Mariano Navarro (Madrid, 1952) advertirá en sus críticas, sobre esta estética extremadamente cuidada y detallista, que quizá pueda dar una primera impresión de arte inofensivo y amable, pero que en realidad es profundamente simbólico y metafórico, revelándose finalmente una obra inquietante e irónica. Navarro se sincera con el lector y deja claro  que muchos de los dibujos preparatorios o de investigación del artista plasmarán de una forma más directa esa preocupación que tiene el artista por la circunstancia humana y la problemática de darle un rostro.


Quizá esta “ausencia permanente”, presente en artistas como Heimo Zobering o Gordon Matta Clark , sea también objeto de estudio de artistas contemporáneos a Perianes, donde el hombre no tiene muchas más opciones que perder su identidad, y sumirse en una profunda “malincolia”, provocada o acentuada más aún por “excesos” de fiesta de margaritas de azúcar cristalizado, donde ni siquiera la naturaleza puede librarnos de su implacable nocividad.

Por su parte Andrea Costas (Vigo, 1978), cuya obra se centra fundamentalmente en lo efímero, apuesta también por hacer aparecer en  un campo de flores, la silueta de un ser humano desaparecido, diseñado a modo de “land art” pero exclusivamente para interiores, nada que ver con aquel de la década de 1960, ni mucho menos al primitivo Caballo de Uffington, quizá se relacione más con una idea de belleza fugaz y frágil como las esculturas de Andy Goldsworthy, o las “piedras”  de Periales presentadas en esta misma galería y  en la biblioteca de Galicia de forma más monumental, que parecen poder precipitarse en cualquier momento.

En la galería Max Estrella se nos presenta una “pequeña dosis” de lo que en realidad es el trabajo de este artista, provocando quizá una sensación melancólica a aquellos que hayan podido apreciar exposiciones como aquella llevada a cabo en el Museo Provincial de Lugo (julio, 2011), comisariada por Rafael Lens, donde muchas de las obras que el artista suele exponer individualmente, se amontonaban o conformaban una obra más amplia, dando así un sentido más completo a sus ideas. Quizá el ejemplo más significativo sea el caso del Kiosco Alfonso, donde Perianes situó docenas de escaleras sencillas y frágiles, en diferentes posiciones, ángulos y estados, que permitía al visitante una reflexión o relación un tanto más amplia, como apunta David Barro que lo compara con Piranesi o Escher, que aquella que nos ofrece la sencilla escalera de la galería Max Estrella, claro que quizá su significado haya sido variado intencionadamente, me quedaré en este caso con la intensa ambigüedad que caracteriza el trabajo del artista.


No quiero finalizar sin antes citar la respuesta que Dalai Lama proporcionó tras preguntarle qué era lo que más le sorprendía de la humanidad y meterlo en relación con los Margaritas que muchos tomáis, y los Sex On The Beach que tomamos otros; además de con la obra, por supuesto: 
“Man. Because he sacrifices his health in order to make money. Then he sacrifices money to recuperate his health. And then he is so anxious about the future that he does not enjoy the present; the result being that he does not live in the present or the future; he lives as if he is never going to die, and then dies having never really lived.”

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