miércoles, 20 de febrero de 2013

Tan cerca pero tan, tan lejos


Tan cerca pero tan, tan lejos

“There is only one thing in the world worse than being talked about, and that is not being talked about.”
Oscar Wilde



Llevo días intentando hacer una crítica de la exposición Café hecho por Di, del artista cubano Wilfredo Prieto, pero no lo consigo. Al escuchar el nombre de Prieto, automáticamente pensamos en el arte conceptual, grandes instalaciones, objetos y performances, algunos de los cuales de gran calidad. Sin embargo, cuando entramos en la galería nos encontramos con todo tipo de dibujos y bocetos de distintos tamaños, la mayoría lineares, rápidos y concisos, sin la intención precisa de un alto nivel de refinamiento gráfico. Son más bien apuntes, dibujos preparatorios y proyectos de obras en las cuales la idea es más importante que la conformación o la materialidad en sí. Es decir, no son dibujos hechos para ser vistos como tales.
La verdad es que no tengo ganas de hacer críticas ni elogios de lo que vi en la galería. La muestra se construye de una forma tan aleatoria y auto-referente que nos resulta imposible aplicar cualquier juicio de valores sobre lo que vimos.  Aquello que está expuesto no puede ser bueno o malo, una vez que no fue concebido para ser así. Por más sencillos que sean los dibujos presentados, siento que en todo lo que ahí está hay una especie de falta: falta de ganas de algo, de riesgo y osadía. Falta de lo que las vanguardias mucho tenían, que es una visión de mundo asertiva, que nos enseñe algo más allá de la poética individual.
Uno puede refutar lo que estoy tratando de exponer diciendo que el arte contemporánea abdica de manifiestos: todo vale, puesto que lo más importante no es producir una obra acabada, sino que son los caminos para llegar a algún lugar, el proceso y sus dificultades. Yo creo que al principio esta idea que hoy es un cliché sonaba bastante crítica, pues expresaba el intento por reivindicar una condición menos fetichizada del arte. No obstante, el fetiche todavía está ahí, solo que se trasladó. ¿Habríamos ido a visitar los mismos dibujos si no fuesen de un artista del circuito de las principales galerías de arte contemporáneo? ¿Habríamos ido visitar la exposición si los mismos no se refirieran a las obras famosas del cubano? Sin duda, el artista aún es visto como genio, en un sentido más profano pero no menos peligroso. La idiosincrasia es lo que conforma el juego seductor del arte; ella es el fetiche que tanto nos atrae y nos enreda un sus hilos malignos. ¿Cuántos dibujos habrán sido vendidos?
Me parece bastante extraño que el intento de aproximación e intimidad sea lo que más nos aleje de cualquier identificación con lo que estamos vendo. Me arriesgo a decir que muchas personas que, de paso, entraron en la galería sin conocer el artista y sus proyectos anteriores han salido indiferentes a lo que encontraron. Claro que es una mentira que el arte siempre haya sido comprendido y apreciado por todos, pero su enclaustramiento en las cuestiones muy singulares de una personalidad es algo realmente preocupante.
Ojalá esta exposición haya sido sólo el resultado de la prisa, de la falta de otro tipo de obra para una fecha estipulada. Espero ser yo quien no tiene la sensibilidad, el refinamiento o referencias suficientes para notar la sutileza o la complejidad de lo que está expuesto. Cuando el artista se encontró con nosotros, alumnos de historia del arte, para conversar sobre su exposición, expresó un deseo de que hubiera también algunas críticas negativas, ya que estas le permiten reflexionar y visualizar nuevas perspectivas. Pues ¿cómo podemos criticar algo tan personal, que por ser así no se expone a cualquier tipo de crítica? En portugués hay una expresión que muy bien podemos recordar: falem bem ou falem mal, falem de mim.

Janaína Nagata Otoch (estudiante intercambista)

No hay comentarios:

Publicar un comentario