lunes, 18 de febrero de 2013

Perdón por el desorden



WILFREDO PRIETO – Café hecho por Di
Galería Nogueras Blanchard
2 febrero al 30 marzo de 2013


Carmen Bárbara García Rodríguez


Wilfredo Prieto desempolva sus cuadernos, haciendo un ejercicio de sinceridad y de claro acercamiento al espectador en su muestra de la Galería Nogueras Blanchard de Madrid. Expone por primera vez más de cien dibujos, apuntes que reflejan diez años de trabajo del artista, de concepción de proyectos y formación de los mismos. Materializados algunos, otros relegados a la intimidad del cuaderno, se nos muestran como un todo dispuesto muy al estilo suprematista de la exposición 0.10, y colocado por las manos de su propio creador. La diversidad de soportes y formatos –en cuadernos, periódicos, folios, páginas de agenda, cartulinas, e incluso post-its- dan verdadera cuenta de la frescura e inmediatez con la que fueron concebidos. Lo que vemos es la plasmación primera de la idea, la obra de arte en potencia, que vemos convertida en una obra de arte en sí misma.

Este artista de lo cotidiano nos enseña su mundo más cercano, el día a día del trabajo, de proyectar y dejar al margen, para después retomar al cabo de un tiempo o desecharlos directamente. Creer que todo lo que el artista piensa y produce se convierte automáticamente en obra de arte hoy en día resulta inverosímil. Se podría acusar a este mapa de ideas dilatado en el tiempo, -ideas que hay que desmenuzar e interiorizar con detenimiento-, de cierta lentitud o complejidad, en comparación con la inmediatez con que se aborda hoy en día la obra de arte -debido a esa enorme capacidad que hemos desarrollado para devorar proyectos, exposiciones, ferias: todo a trompicones y con prisas-. En ese sentido podemos ver el proyecto que esboza junto a un curator y un director de museo en un papel de diez metros, en el que valoran las posibilidades de entablar relaciones entre sus obras existentes y posibles, y de aplicarlas al ámbito museístico. Wilfredo Prieto nos invita a detenernos y a “tomar un café”, a sumergirnos en la sencillez del germen, del comienzo. Convierte en obra la ante-obra, la primera chispa a la que sigue un complejo proceso institucional y burocrático; se trata del momento en el que todo es posible, incluso violar las leyes de la física.

La cercanía que nos producen estos papeles, similares quizás a lo que esbozamos casi sin pensar mientras hablamos por teléfono o en la servilleta de una cafetería, hace que nos resulten más fáciles de entender que las grandes instalaciones cuidadas hasta el mínimo detalle. El trabajo del artista se nos presenta aquí como la búsqueda de una vida entera, el encuentro a veces casual, con metáforas de la condición humana: la avalancha que va desde lo más grande a lo más pequeño; unos animales depredadores de otros, el ciclo de la vida; la carretera infinita pero al mismo tiempo sin salida, el eterno retornar al mismo punto.

Hemos de preguntarnos cuál es el motor del arte y de dónde nace la idea; aunque se nos escapa la posibilidad de llegar a entender, como a él la de explicar, qué es el arte para alguien que lo ha elegido como modo de vida desde los once años, que se ha educado en el arte desde tan temprana edad. Sin duda, para Wilfredo Prieto el arte es vida, lo poético se encuentra entre nosotros y, según sus propias palabras, él solo se encarga de señalarlo. Por ello me siento en el suelo de la galería a contemplar desde un lugar privilegiado el trabajo íntimo y único de este artista que nos muestra sus vergüenzas, nos invita a su casa y pide perdón por el desorden.


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