domingo, 17 de febrero de 2013

Orgullos y vergüenzas.


Café hecho por Di. Wilfredo Prieto (2 de febrero-30 de marzo de 2013)
Galería Nogueras Blanchard.

Carolina López Sánchez

Orgullos y vergüenzas.

Tan apetecible como un café recién hecho, así se nos presenta la nueva exposición de la Galería Nogueras Blanchard: Café hecho por Di de Wilfredo Prieto.  El título es un reflejo de la mente creativa del artista, quien encuentra su inspiración en lo cotidiano.
Los dibujos de la muestra ofrecen la oportunidad de disfrutar de la espontaneidad del artista. Sus ideas se materializan siempre en el dibujo, algo frecuente en los artistas formados en Cuba. El propio Wilfredo Prieto confiesa: “El papel es el primer espacio donde visualizo las ideas, las depuro, les doy vueltas hasta que logro una imagen o idea que me convence”. La galería en este caso se convierte en el espacio-taller, al que accede el público. Allí nos encontramos con los proyectos del artista, muchos se han materializado, otros son obras en potencia, por otro lado algunos definitivamente son empresas frustradas. El dibujo de una caña de pescar que se pesca a sí misma supone el antecedente de Sin título (Grúa) del año 2007. Como una broma surge el dibujo del plátano en el suelo, que finalmente dará como resultado Grasa, jabón y plátano (2006).
El perfeccionismo del artista hace que sea muy crítico con sus ideas y sus obras ya realizadas. En alguna ocasión ha confesado que no realizará nunca una obra si los medios de los que dispone no son los adecuados. Por ello a Wilfredo Prieto se le puede aplicar la frase del escritor Thomas Mann: “Reposar en la perfección es el anhelo de todo aquel que se esfuerza por alcanzar lo sublime”. La perfección del artista hace que  él mismo ordene las obras en este horror vacui para que tengan el sentido preciso. La manera expositiva de la muestra es en sí misma una obra de arte.
Wilfredo Prieto inventa un mundo por medio de sus dibujos, los que mantienen un estrecho vínculo afectivo con el artista. Sus proyectos han surgido de la cotidianeidad del artista: de un recuerdo, de experiencias pasadas, una conversación, un café, un charco en el suelo… Estas situaciones lo llevan a la idea, ésta a la plasmación en papel y, a veces, a darle forma plástica. Lo que hoy vemos en la galería son obras-recuerdo. Evocaciones que el espectador no comparte, por ello nunca podrá ver la exposición con los mismos ojos que el artista que la creó.
El artista reconoce que hay cierto egoísmo en sus obras, pues muchos proyectos los hace para sí mismo. Lo que me hace recordar el capítulo setenta y tres de Rayuela en el que Julio Cortázar, por medio de Morelli, nos transporta a la puerta de la casa de un napolitano que consagró parte de su vida a contemplar un tornillo en el suelo. Este hecho causó irritación en los vecinos, aunque finalmente nadie podía evitar mirar de reojo el tornillo para conseguir la paz. ¿Qué significaba el tornillo? Nadie lo supo jamás salvo, posiblemente, el napolitano. “Quizá el error estuviera en aceptar que ese objeto era un tornillo por el hecho de que tenía forma de tornillo”. Como el tornillo, muchas obras de Wilfredo Prieto, a pesar de que parezcan nacer de ideas sencillas, puede haber todo un mundo de significados detrás que sólo el propio artista comprende.
“A lo mejor el napolitano-dice Julio Cortázar- era un idiota pero también pudo ser el inventor de un mundo”. Aunque haya proyectos que avergüencen al artista, estos han conseguido conformar su carrera profesional: todo aquello cuanto ha sido, es y será. El artista debería sentirse satisfecho de poder exhibir sus orgullos y vergüenzas a todo aquel que sienta curiosidad por conocerlas.  

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