viernes, 8 de febrero de 2013

EL TIEMPO DETENIDO

SIN TÍTULO Jorge Perianes
Galería Max Estrella, c/Santo Tomé, 6
31 de enero – 6 de abril del 2013

Fuencisla Miguel
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"En la resistencia al movimiento está la belleza trágica de la rebeldía inútil...” Jorge Perianes

  Una de las exposiciones más sugerentes que podemos visitar estos días en Madrid no tiene título. En la primera muestra individual de Jorge Perianes en la Galería Max Estrella, los títulos corren a cargo del espectador. Con una obra compleja en su sencillez, cargada de poseía y de factura exquisita, el artista huye del estruendo y la grandilocuencia para susurrarnos las cosas importantes al oído. En su trabajo hay un anhelo constante de detener el instante para congelarlo en el tiempo. En una pirueta imposible convierte lo efímero en duradero, lo grande en pequeño, lo familiar-cotidiano en inquietante y ajeno.

El artista presenta un conjunto de obras dispares en técnica, forma y escala, pero homogéneas en cuanto a significado. Sus intereses principales gravitan en torno a la naturaleza y la arquitectura, espacios que funcionan a modo de hábitat del ser humano (del que sólo plasmará la huella).
                                                
Nada más entrar en la galería nos encontramos con un impresionante site-specific: Dos enormes rocas de granito se sustentan de forma amenazante sobre puntales, uno en vertical y otro, delimitando la sala del fondo, en diagonal; la tercera se acopla a un vano de la galería. Esta intervención transforma el entorno en un inestable lugar de tránsito, provocando cierto desequilibrio. Perianes admite la influencia de Gordon Matta-Clark en estos trabajos. En ese sentido, podríamos apuntar que las intervenciones arquitectónicas del gallego son efímeras y ficticias (a modo de trampantojo), mientras que las de Matta-Clark tenían un fuerte carácter reivindicativo y parte  de su enorme impacto residía precisamente en su veracidad. Completan este primer espacio dos espejos verticales que suponen otro desafío a la gravedad. Uno de ellos sujeta un cigarrillo y sobre el otro, hay esparcidas gotas de agua que no se derraman.

En la sala contigua, sobresalen dos de las piezas más interesantes de la muestra. La primera consiste en la enorme huella dejada por un cuadro sobre el muro, el paso del tiempo ha dado lugar a una grieta que marca su contorno y a través de la hendidura brota la vegetación. Parece como si la naturaleza, lenta pero implacable, quisiera adueñarse de la galería. Con propuestas de este tipo, Perianes revisita (de forma actualizada y no carente de ironía) la pasión romántica por la ruina. La segunda obra a destacar nos remite al concepto de lo siniestro freudiano: una jaula vacía se comunica por medio de una doble puerta con un hueco en la pared. El pájaro ha desaparecido pero más que volar libremente, parece haberse colado por un oscuro sumidero. Como contrapunto a estas dos brillantes obras, otra (en mi opinión) prescindible: una manzana mordida, se sitúa en paralelo a un pequeño bloque de madera horadado (¿analogía formal llevada al extremo?).

Finalmente, todo un conjunto de vanitas que consisten en vasos y copas intervenidas de forma mínima y evocadora. El contrapunto del color incorporado por los líquidos, los juegos lumínicos proyectados por el cristal y los desnudos pedestales de madera dotan a la pieza de gran plasticidad. Destacar por su lirismo el vaso intervenido con una bisagra y, por traernos a la memoria los restos del naufragio de una noche loca, la copa reventada sobre la que se yergue desafiante una sombrilla de cocktail. Se ha hablado de la influencia de Magritte o del ready-made duchampiano en la obra de Perianes. Señalaría, en este punto, ciertos paralelismos con los poemas-objeto de alguien más cercano y(lamentablemente) menos reconocido, Joan Brossa. En definitiva, una obra deliciosa que redunda en la idea del instante detenido, la trascendencia de lo mínimo, el equilibrio inestable, la transitoriedad del tiempo y el juego de contrarios. Esta rotunda propuesta cierra la exposición a modo de un inesperado y perfecto fin de fiesta. 

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