martes, 5 de febrero de 2013

Cuando la galería se queda pequeña.

                                                                                                                                                                     
Sin título - Jorge Perianes.         
31 de Enero - 6 de Abril del 2013.         
Galería Max Estrella.
Alicia Ruiz Muñoz.          
                                                       

                A Jorge Perianes no le gusta representar al hombre. Asegura que nunca representaría el rostro, no es esta la forma en que le gusta establecer un vínculo con el espectador ni con su obra. A pesar de ello, su obra tiene mucho de humana, y si nos vemos físicamente representados en ella es solo mediante nuestro reflejo pasajero sobre uno de sus espejos. Perianes nos habla sobre la dicotomía, la unión y el rechazo. Reflexiona incansable sobre el instante con un toque de ilusionismo y humor. Su primera muestra individual en la Galería Max Estrella, presenta un amplio abanico de las diversas facetas de su obra en torno a varios de materiales, influencias artísticas y guiños al espectador.        

                ¿Es una ruina o una construcción? – Preguntaba Javier Díaz Guardiola al artista con ocasión de la estructura Categorías, en Abierto por obras en Matadero (2011). La galería Max Estrella se presenta en este caso apuntalada por grandes rocas, creando un potente impacto visual que recorre ya la trayectoria del artista. No es la primera vez que sufre la llegada de Perianes, en 2012 el artista seccionó las falsas columnas de la galería creando un espejismo que aludía a la inestabilidad, quizás por ello en esta ocasión se ha visto obligado a apuntalar la resentida sala que, por cierto, todavía guarda cicatrices de aquella intervención. Perianes no duda un instante en señalarse como un seguidor del mayor diseccionador de edificios Gordon Matta Clark, esto se hace visible en su obra.         
Al otro lado, una gran incisión casi casual sobre la pared ha comenzado a vegetar como un naciente Patrick Blanc. Algo en todo ello nos recuerda al italiano Giovanni Anselmo y su juego entre el peso de la piedra unido al uso de lo vegetal que aflora y devora. Sin embargo, a Perianes le gusta pensar en estos materiales como reflejo del hombre en cooperación con la naturaleza. La instalación que presentó en el MARCO el año 2008, muestra su pasión por lo vegetal, visualmente muy semejante a aquella montaña de césped que mostraba Hans Haacke en Castillos sobre el aire (MNCARS, 2012) pero conceptualmente muy opuesta, aunque algo de poesía albergaban ambas.                    

                El lienzo no ha muerto. Una de las partes más interesantes de su obra es su personal reinterpretación del lienzo; rasgado y desfigurado para crear nuevos microespacios tridimensionales en los que desarrollar la acción. Puede mostrarnos sino una ingeniosa metáfora sobre la que reflexionar en torno a la modernización de la pintura. Y es que el lienzo tiene muchas posibilidades más allá de su bidimensionalidad, desde un delicado paisaje paradisiaco que se extiende hacia el espectador a un cuadro rasgado tras el que encontramos una pared de ladrillo, creando un trampantojo que recuerda al clásico Magritte o que alude quizás a esa obsesión por saber qué hay más allá del cuadro. Efectivamente, tras todo cuadro colgado hay una pared.          

                La obra de Perianes se mueve entre la gran y pequeña escala. Aunque sus obras han ido ganando tamaño con el tiempo, sigue trabajando con piezas de pequeñas como su selección de copas. Estas son las únicas que guardan una relación aparente y que parecen más recurrentes para el espacio de la galería y para su fin comercial. Sin embargo, no son las más llamativas y eclipsan al fascinante cuadrito paradisíaco, sin duda una de las obras más interesantes. Sus obras site-specific son mucho más apasionantes, tras revisar su trayectoria, el espacio de la galería parece quedarse pequeño para Perianes. Se limita a dar pequeños prototipos de lo que podría ser la obra en su máxima expresión. Así vemos una escalera que flota solitaria, el eslabón perdido de otra de sus actuales exposiciones en Kiosco Alfonso (A Coruña), un espacio piranesiano de escaleras que suben y bajan abarrotando la sala pero que no llegan a ninguna parte, al menos físicamente. La obra permanece comedida sin llegar a eclosionar.           


No hay comentarios:

Publicar un comentario