miércoles, 20 de febrero de 2013

Una belleza trágica


Jorge Perianes 
Galería Max Estrella 
Calle de Santo Tomé, 6  

Elena Zaccagnini Catón


Jorge Perianes se presenta ante nosotros como una persona sencilla y humilde, afirmando que no nació artista, sino que comenzó utilizando el arte como vía de escape durante su dura adolescencia para finalmente acabar licenciandose en Bellas Artes por la Universidad de Pontevedra y convirtiéndose en un artista que a sus 37 años ya arrastra una potente carrera profesional a sus espaldas.  

No es de extrañar pues que la muestra que podemos ver en la galería Max Estrella sea igual que él, una obra liberada de elementos innecesarios y pretensiones que precisamente por su brutal sencillez brilla con luz propia. Sin embargo, no toda la obra de Perianes posee estas características. En sus principios encontramos series de obra que, al contrario que las que hoy podemos ver, presentan una tendencia al horror vacui y en las que pueblan animales, como pájaros e insectos, que le ayudan a retratar, haciendo uso de un humor negro, temas concernientes al individuo, como son la identidad, la muerte o los deseos obsesivos. Para ello utilizaba principalmente la escultura o la instalación -a pesar de haberse especializado en pintura- ya que encuentra estos medios más profundos y cercanos, creando escenas coloridas y cargadas de elementos simbólicos. No tardó en desprenderse de estos motivos, que realizaba en su mayoría por encargo, y harto del enriquecimiento de unos pocos a costa del artista, cambia su trayectoria hacia la construcción de espacios, abandonando definitivamente este estilo exagerado.

Tanto Categorías, la instalación que pudimos ver el año pasado en la antigua nave frigorífica de Matadero Madrid, como la muestra de obra nueva expuesta en Max Estrella, representan el nuevo camino que ha tomado últimamente la obra de este joven artista. En esta ocasión, vemos como  Perianes vuelve a jugar con el espacio de la galería, como ya hizo en la exposición colectiva de 2012, interesándose por el concepto de ruina, la cual no entiende como un espacio de nostalgia sino como un lugar lleno de esperanza en el que el cuerpo tectónico sin vida convive con el vibrante entorno. En esta línea se mueve la obra Sin título, la principal de la muestra, en la que vemos como de las ruinas asoman unas esperanzadoras hierbas, originalmente domesticadas y aprisionadas, que intentan destruir lo artificial de la construcción. Junto con ésta obra y las grandes rocas que aseguran las paredes de la galería, Perianes busca violentar el espacio, el cual pierde su función expositiva original y se encuentra a punto de desplomarse.

Frente a estas potentes obras, encontramos una pequeña sala donde Perianes atesora delicadas piezas que sorprenden por su acabado minucioso. En ellas el artista juega con un espacio teatralizado donde las piezas danzan dispersas, mientras que el espectador pasa junto a ellas, las rodea y observa hipnotizado sus minuciosos detalles. Perianes narra temas y angustias personales, -como el vacío del hombre, la búsqueda de uno mismo, o la pérdida- los cuales el espectador descubre tras la cuidada y pulida estética de las piezas, detrás de la cual existe una realidad más cruel de lo que parece. El artista despoja de estas piezas todo elemento, evitando caer en la literalidad, y aportortandoles de una contundente sinceridad. Interesado en la relación obra-público, el artista envuelve al espectador en una realidad surreal, jugando con la pulsión que genera en éste sentir la fragilidad y tactilidad de las piezas, para las cuales el espectador juega un papel básico, el de completar la obra y aportarle sentido.

El artista traslada sus sensaciones de una manera sincera, exenta de un lenguaje complicado y acercándo las obras a un público que participa, casi sin quererlo, de su sensibilidad.

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