domingo, 10 de febrero de 2013

El sugerente destripador de realidades


Jorge Perianes- Galería Max Estrella “Sin título”

El sugerente destripador de realidades


Un narrador de historias abiertas, volátiles, sugerentes. Jorge Perianes vuelve a la Galería Max Estrella con un cargamento de objetos intervenidos que modifican el espacio, lo transforman y dan lugar a una renovación constante de cada una de las obras.

Perianes nos presenta un mundo surrealista en el cual son varios los temas que aborda repetidamente. La naturaleza sería uno de los pilares centrales de sus creaciones; desde las piedras que abren la exposición, hasta las palmeras que se salen del cuadro transformándose en objetos tridimensionales, las plantas que atraviesan la pared en busca de un rayo de sol, una manzana roída de manera ejemplar o el mismo pajarillo ausente que abandona su jaula.

Otro de los elementos claves en su obra es la conquista del espacio. Pareciera que el artista gallego buscara incansablemente desmenuzar cada objeto, cada instalación en todas y cada una de las capas que lo forman. Una investigación constante sobre lo oculto, sobre el ser y su composición, que a un nivel más metafísico y ambicioso podríamos interpretar como un intenso afán por descubrir lo que se oculta a nuestros ojos, el mundo invisible que constantemente nos pasa desapercibido y, sin embargo, está completamente presente en esta exposición. Esa grieta que caracteriza muchas de sus obras y que se presenta como la delgada línea que separa lo visible de lo imaginario. Jorge Perianes se convierte en esta exposición en un destripador de realidades, aunque siempre se cuida de conservar un hilo oculto que desafía a la subjetividad del espectador.

Los tres espejos que encontramos son otro reflejo, otro destello de búsqueda de esta profundidad en los objetos aparentemente triviales. Un espejo inspirador, inquietante, que despierta inevitablemente nuestros instintos más salvajes, en el que un cigarro se clava y atraviesa la superficie, planteándonos los limites del espacio y de nuestras propias realidades. Otro espejo que desafía la incuestionable teoría de la relatividad y descaradamente congela las gotas de agua que quedan suspendidas en la superficie, como  si el tiempo se hubiese suspendido por completo en esta historia. Y por último, un espejo inclinado, colocado en el suelo de una manera agresiva, molesta, que nos obliga a agacharnos para acercarnos así a esos pedacitos milimétricamente cortados cuyo origen nos es desconocido. Tres espejos, tres historias, tres imposibles vergonzosamente sugerentes.

En esta muestra encontramos una vez más una de sus famosas escaleras que no conducen a ninguna parte y que metafóricamente reflejan ese camino del conocimiento cuyo destino final no es otra cosa que una ignorancia algo menos que absoluta. Como dijo aquel sabio griego, “Sólo sé que no sé nada”. La escalera, ese símbolo que invadió la obra del gran Miró y representó la evasión, que para las teorías psicoanalíticas era una connotación del acto sexual, en la obra de Perianes se ha convertido ya en su marca de identidad.

Y pasamos a una última sala que se nos presenta como si de repente, sin habernos preguntado siquiera, el espacio hubiese dado por sentado que somos grandes someliers. Es un ambiente agradable, íntimo, decadente en el que una sucesión de copas abandonadas, despojadas de toda humanidad han tomado alma propia y han pasado a ser playas, coronas de espinas, contenedores de charcos de sangre por crímenes sentimentales, imposibles puertas cristalinas a mundos infinitos, relojes de arena… Una degustación de grandes dosis de inspiración que llena cualquier estómago.


Marina Avia Estrada.

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