lunes, 18 de febrero de 2013

Desconceptualizando el concepto o cómo realizar una autopsia al objeto artístico indefenso.


Wilfredo Prieto - Café hecho por Di.      
Galería Nogueras Blanchard, Madrid. 
2 de febrero al 30 de marzo  de 2013.   
Alicia Ruiz Muñoz.          

The idea becomes a machine that makes the art. –Sol LeWitt (1965). 

               
La pieza artística guarda todo un enigma sobre su origen y su producción, lo reconozcamos o no el aura de la obra sigue presente. El espectador disfruta desvistiendo al arte y buscando entre sus despojos.     
Los dibujos del artista cubano Wilfredo Prieto se presentan a lo largo de la galería Nogueras Blanchard como una lluvia de ideas, un momento para detenerse y contemplar la producción de un fructífero periodo de diez años para el joven artista. En ella, obras maestras y proyectos frustrados adquieren la misma categoría y permiten que por primera vez tanto migas de pan como grúas de remolque ocupen un mismo espacio.    

                Perfectamente cualquiera de estos dibujos (llamémoslos obras embrionarias) podrían haber sido realizados en ese momento de café hecho por Di. Prieto asegura buscar la inspiración para sus obras en la vida cotidiana, conseguir crear experiencias artísticas mediante los elementos sencillos que nos rodean, que la obra sea de fácil comprensión pero que lleve su experiencia más allá de la galería. Busca que la presencia lo cotidiano genere una duda y un replanteamiento en su próxima contemplación, cuando lo encontremos fuera de la institución en su hábitat natural.                
La obra es sencilla al igual que las líneas de estos dibujos que actúan como reflexión diaria sobre la realidad y las metáforas que ésta sugiere. Pero, ¿cómo surgen las ideas? Muchas de las obras de Prieto siempre evocaron ser automáticas, conceptos veloces e inmediatos; imágenes que en un segundo se graban en la mente, -las migas que son también el pan- elementos de la improvisación y la experiencia del instante al enfrentarse a la obra. ¿En qué medida estos dibujos presentan ese genuino pensamiento?                
En la tradición pictórica siempre se ha aclamado el boceto como sujeto de mayor frescura e inmediatez. Por un lado estos embriones auratizados presentan la esencia en su máxima expresión, el origen de un proyecto resumido a escasas líneas y pequeñas anotaciones. El boceto debiera convertirse en un valioso documento que represente las entrañas de la obra, pero el auténtico valor y la potencia debe adoptarla la obra en sí. Por otra parte, el boceto no hace más que retornarnos a la idea romántica del artista creador en un proceso que, condicionado por el poder institucional, acaba encumbrando todo lo que rodea a la obra. Todo ello parece señalar a una recuperación del aura que Benjamin veía ya perdida, regenerada una vez más en el circuito comercial de la obra.       

                Resulta impactante que un artista que ha sido en muchos conceptos tan revolucionario y subversivo con los pretextos del arte más tradicional, presente una muestra que de innovadora tiene poco, sino que más bien se asemeja a la tradicional retrospectiva adaptada a un modo de arte que no tiene lugar para ello.  Wilfredo Prieto ha demostrado ser un artista brillante en ocasiones como Dejándole algo a la suerte, donde el artista inauguraba una obra nueva cada día en la Sala de Arte Público Siqueiros (México D.F, 2012). Es en este contexto donde encontramos la verdadera esencia y potencial del arte de Prieto, una obra efervescente capaz de atrapar al espectador con cualquier objeto que encuentre a su mano, transformándolo en este proceso de comunismo formal que define Nicolas Bourriaud pasando a crear un arte único y personal.           

Mirémoslo por el lado bueno, los admiradores de la obra más viva de Wilfredo Prieto ahora pueden saciar su ansia fetichista comprando no el objeto sino la idea incipiente, que nunca putrefacta como su sandía y se conserva para siempre. Los demás esperamos seguir viendo el nacimiento y la muerte de la obra en busca de un arte inteligente en el que a veces es mejor dejar actuar al azar mostrando nuestra parte más verídica y libre que buscar una aguja en un pajar.

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