jueves, 7 de febrero de 2013

Celebración del hombre ausente

Jorge Perianes en la Galería Max Estrella
Del 31 de Enero al 6 de abril
Calle Santo Tomás, 6 Patio
Marta Cruces Díaz

Celebración del hombre ausente

El paso del tiempo simbolizado a través de dos copas que emulan un reloj de arena, la naturaleza rompiendo las barreras que la separan del entorno del hombre, el engaño visual de un espejo que da lugar a una imagen doble y en ocasiones distorsionada.

La exposición que Jorge Perianes realiza en la Galería Max Estrella es una muestra de los rasgos que tiene toda su obra. Es la primera vez que este artista expone en solitario en esta galería con la que ya trabajó en 2012 con Caminar la línea, una exposición comisariada por Marlon de Azambuja, en la que un grupo de artistas como el mexicano Alejandro Almanza reflexionan acerca del equilibrio, intentando definir lo que es la línea.

En esta exposición individual, Perianes se hace eco de sus temas más cultivados como es el caso de la naturaleza y su conexión con el mundo, o el uso del medio en el que se encuentra como parte de la obra. Objetos con significado ambiguo y piezas que parecen en una situación de ingravidez, amenazando con caerse.

Las obras pueden dividirse en tres tipos: unas son de formato grande y amenazador como las enormes piedras que se apuntalan en partes del pasillo de entrada a la galería; también existen objetos que hablan acerca de la sexualidad o del engaño visual como el pedestal y el espejo o la copa a punto de rebosar, y aquellas piezas que reflexionan sobre la pintura en relación al objeto como el cuadro del que surge la palmera.

Si algo se repite en la obra de Jorge Perianes es la no-presencia del hombre. Es un eterno ausente del que es incapaz de dejar de hablar. Existe porque podemos ver los restos de las acciones que ha realizado pero no se encuentra presente, lo que lo hace más frustrante aún. También realiza un eterno retorno con respecto al uso del pladur, este material de yeso tan fácil de manipular en el que puede realizar incisiones o, directamente, romperlo para crear espacios.

Como ejemplo de estos dos conceptos en la exposición se pueden citar tanto la sala en la que nos encontramos con copas en distintos estados, como la jaula de la que ha huido un pájaro para atravesar el muro de pladur. Las copas llenas a rebosar, rotas, caídas o apiladas son objetos poéticos que abandonan su condición de objetos cotidianos y obtienen una dimensión literaria en la obra de Perianes.

La luz es también muy importante en esta exposición ya que ayuda a dirigir la atención del visitante, además de aportar intimidad, así como forma parte de la obra en sí gracias a las sombras que proyectan los objetos y la tridimensionalidad que le da a la exposición. También para esa tercera dimensión es fundamental la colocación de la sala de los objetos, ya que su premeditada localización marca el camino que debe seguir el visitante.

La influencia que puede apreciarse en esta exposición se puede dividir en varios apartados. Por un lado tenemos a Marcel Duchamp y sus ready-made a quien Perianes debe mucho ya que sus obras suelen ser objetos cotidianos a los que da una nueva realidad y significado. Otra de sus grandes influencias se la debe a Magritte y su surrealismo con esa sensación onírica que envuelve todas sus obras, además para el belga el hombre también era un ausente que le da la espalda y la manzana verde aparece en la obra de Perianes. Por último es importante marcar a Gordon Matta-Clark de quien se inspira para sus cortes en edificios y por la belleza convulsa, ya que Jorge Perianes juega con la atracción y la repulsión a placer.

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